El proceso electoral ha comenzado y con ello, nuevas suspicacias se integran al panorama difícil de la vida nacional. Esta pandemia, además de  un problema grave de salud pública, es calificada como de niveles insoportables por sus efectos negativos y de larga duración en la economía de la mayoría de las familias mexicanas. El orden de importancias señala primero, la incapacidad de producir ingresos para subsistir, antes que mantenerse vivos.

El semáforo epidemiológico originalmente diseñado para medir el comportamiento público en atención de la salud frente al covid 19, refleja para algunos, impertinencia y desconfianza. A  muchos les urge que la pandemia, no sea el centro de toda discusión general.

Se ha llegado a pensar que ese semáforo ha incluido ya un indicador de seguridad electoral, que pretende conducir la conducta de los electores a una confianza  en las estrategias sobre el manejo general de la pandemia y como en el 2018 llevarla a las urnas, para confirmar el liderazgo en las cámaras de diputados y en la definición de 15 gobiernos estatales.

En estos días finales del año, el color verde significaría la oportunidad de remediar los efectos inmediatos de la grave crisis económica nacional, que ya se tenía al inicio de la definición de la pandemia y del confinamiento, agravada por las decisiones, ineludibles que se tomaron, para un manejo de selección natural de esta pandemia.  Pocos lo verían como expresión de ir venciendo la epidemia,  Lo grave seria confirmar admitiera un interés electoral.

Crecen las suspicacias sobre el manejo del semáforo epidemiológico porque muchos suponen,  que las prisas porque se aleje del color rojo, no estarían basadas en el verdadero control de la pandemia, serían más por motivos económicos. En todos los enfoques, sin embargo, el problema mayor es que la gente no protege su salud. Le urge la reactivación económica.

En Veracruz, Campeche y Chiapas, los únicos en semáforo verde, pocos piensan que Covid-19 se ha ido a vivir a otros estados. En Oaxaca, Colima y Tlaxcala, los que están en amarillo también. Pero,  Oaxaca, Chiapas  y Veracruz, son tres de los estados más pobres del país, donde la insalubridad es uno de los indicadores de mayor importancia. Campeche también está en la región sur- sureste donde se padece el mayor atraso en combate a la pobreza. Tlaxcala en la región megalopolitana refleja igualmente  los problemas del hacinamiento.

Sobre cualquier interés de importancia, habrá una razón de urgencia, también hay que decirlo. El semáforo epidemiológico tiene que construir esperanza y concordia, como sustento para las estrategias de atención real a estos dos enormes problemas. Su manejo debe tener un componente significativo de administración de emociones colectivas hacia objetivos de posibilidades reales, mientras no se disponen de recetas viables y estrategias confiables.  

La urgencia de distribuir las vacunas, sobre las que muchos desconfían, es el instrumento idóneo para acabar con las dos inseguridades reales: salud económica y salud física. También lo será para la salud electoral de quienes gobiernan y los que quieren gobernar.  El semáforo entonces, se transformará de un indicador de enfermedad a un indicador de posibilidades de salud.