El 2 de octubre quedó marcado en la memoria de México como un día de luto y resistencia. En la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, miles de estudiantes se reunieron para exigir justicia, democracia y libertad. Aquella tarde, sus voces fueron silenciadas por la violencia del Estado, dejando una herida profunda que aún duele en la conciencia nacional.
Los disparos no solo apagaron vidas, también intentaron apagar un movimiento que representaba esperanza. Sin embargo, la memoria de los jóvenes que cayeron sigue viva, convertida en bandera de quienes luchan contra la impunidad y la injusticia. Cada año, sus nombres resuenan en las calles como un recordatorio de que la verdad no puede enterrarse bajo el miedo.
El 2 de octubre es más que una fecha: es símbolo de resistencia, dignidad y memoria. No se trata solo de recordar el dolor, sino de honrar la valentía de quienes soñaron con un país distinto. Porque mientras se pronuncie la frase “El 2 de octubre no se olvida”, aquellos corazones seguirán latiendo en cada marcha, en cada voz que reclama justicia.