Cuentas claras, amistades largas, dicen aquí en el rancho.

Las amistades para que sean largas deben construirse sobre afectos.

Cuando se construyen sobre intereses habitualmente no duran.

Hace tiempo, cuando los panistas no ganaban una elección principal, a su partido no le interesaba quien podría ir de candidato o candidata.

Al primero que levantara la mano le daban esa posibilidad, entonces muy remota.

Los primero pasos en firme fueron a través de regidurías plurinominales, luego presidencias municipales.

Hubo una época en la que el PAN tenía bajo su custodia a la mayoría de municipios de elevada importancia electoral y con ese piso firme, aprendieron a negociar con el PRI, incluso el gobierno priista en turno, dobló la mano e inició una reforma al artículo 115 Constitucional que, entre otros buenos logros, dejó a los panistas en los gobiernos municipales con bolsas presupuestales para poder hacer de todo.

Fue una “concertacesión” la primera que permitió un gobierno en el bajío y luego una victoria rotunda en la península baja californiana, de ahí más y más gobiernos.

12 años en la presidencia de la República no fueron producto de la casualidad ni solo de los errores priístas.
Ahora a todos los panistas les interesa mucho quien va de candidato y por supuesto por qué va de candidato.

Ahora si reclaman antigüedad, lealtad, activismo y afectos.

También capacidad de dominio electoral.

Ya no es el panismo tan hermanado por sus coincidencias y amistades.

Ya ve, el neopanismo y el neo neopanismo no permiten a esa organización política mostrar una base sólida, única, inseparable y amistosa.

Eso pasa en todos los organismos exitosos.

Parece que por eso mismo, las cúpulas tienen que basar sus decisiones electorales, más en la propiedad del mercado electoral, local, regional, estatal o nacional, que en sus afectos y la duración registrada de ellos.

Al final, usted me dirá con razón, no es un club de amigos, ni cofradía de buenas voluntades.

A un partido le caracteriza un interés común que es ganar el poder público y es lucha es de intereses.

Pero sería bueno, más cómodo, con mejores garantías de éxito, si al interés acompañara una coalición de afectos.

El 2018 está aún lejos en los plazos legales, pero en el reencuentro para ver si van juntos o no, ya ha mostrado huellas de enemistades o al menos lejanías.

Aquí en el rancho, se siente ese ambiente.

Y es que los “dueños” de las capacidades de votación, han empezado a marcar rayas y a medir posibilidades.
Entre los panistas locales se sienten al menos dos grandes áreas de oportunidad y han empezado a calar posibles lealtades. Pero las lealtades sobre intereses son efímeras.

Pero lo justos para su partido es, trabajar para reencontrarse desde la primera hasta la quinta generación de lealtades que funcionaron bien desde la primera macrocoalición hasta la última coalición, no vaya a ser la de malas que en el 2018, vayan solos.

Muchos no están, porque algunos han olvidado que las lealtades son recíprocas.

La coyuntura abre nuevas expectativas y por supuesto atraerá nuevos “amigos”, pero, dirían los abuelos, nunca es bueno abandonar viejos amigos ni cambiar de caballos a mitad del río.

Juan Pablo Piña, Corona Salazar y Toño Vázquez, estoy seguro, porque me consta su inteligencia, volverán a reforzar una sola unidad electoral. Lo que se viene es la “madre de todas las guerras”, 9 puestos de lo más importante, pero encima de todos, los ayuntamientos.

Flaco favor les haría a los tres, olvidar sus afectos que, digan lo que digan, son mejor concreto para construir lealtades electorales y por supuesto triunfos.

Y no es porque al Diputado Piña habría que ayudarle a gastar esos 20 millones de pesos que, el presupuesto federal le asignará el próximo año, para apoyar obras y servicios en este distrito, provenientes del ramo 23 del Fondo para el Fortalecimiento de la Infraestructura Estatal y Municipal, dineros que los diputados consiguieron en una negociación global con el ejecutivo federal.

No por supuesto, lo que pasa es que próximo trabajo electoral exige reconstrucción de alianzas luego de la última guerra que a pesar de haber sido ganada, debe reconocer que exigió pérdidas y disminuciones de efectivos y fuerzas.