Pues parece que la violencia y delincuencia no solo suceden en la gran ciudad, la realidad es que todos estamos expuestos a ser víctimas de los maleantes que desean casi la mayoría de tus pertenecías, aprovechando la primera o incluso cualquier oportunidad para hacerlo.

Hace un par de semanas, hablábamos de que, el ser municipios pequeños no nos deslinda de sufrir este tipo de acciones, pues a veces entre más pequeño sea, la información de los otros fluye de manera rápida y de cierta manera, “confiable”, evidenciando quién o quiénes son los más pudientes y los blancos perfectos de un atraco.

La semana pasada, circuló la noticia del robo de un auto, mismo que fue sustraído en Zaragoza frente a la casa del propietario, dejando atónitos a todos los que tuvimos contacto directo o indirecto con el hecho, ya que como mencionaba, son acontecimientos que no imaginas que sucedan.

Por otro lado, y también en el ámbito automotriz, en Teziutlán se reportó el robo de espejos y llantas de 30 autos de una conocida agencia, además de equipo de cómputo y oficina, dejando amarrado al personal que cuidaba y velaba las instalaciones, dando oportunidad a los delincuentes a utilizar los 80 tabiques que llevaban consigo como arma de defensa para poder llevarse 120 llantas y rines.

De igual manera, el robo a comercios comienza a hacerse presente, tal y como lo vivimos en pasados días en Tlatlauqui, en donde todos corroboramos la manera en qué estas personas actúan, alertando a vecinos, propietarios, comerciantes, empleados e incluso a los turistas que recibimos día a día.

En fin, esto no solo es un llamado a las autoridades, es también un grito de atención a quienes se atreven a lacerar a terceros, porque, aunque existan personas que por temor no hagan nada, también existen otras que por coraje pueden llegar a tomar justicia por su propia mano, haciendo realmente válido el famoso dicho mexicano “el que se lleva se aguanta”.