Día de muertos se llegó, por Atempan la muerte se lució, pues decidida venía, a comer carnitas ese día, pollo ahumado también quería.

La puerta de Mazatepec-Borzani abrió, en el cristal se reflejó, un susto se llevó, pues pálida y flaca ella se vio, con urgencia se sentó y su orden solicitó.

La mesera la carta dio, pero al verla solo palideció, no me lleve por favor, muchas mesas atiendo hoy, déme chance por favor, no me mande al panteón.

La huesuda los dientes rechinaba, la mandíbula le temblaba, pues no sabía si llevarla o esperar la carne solicitada, le gustaba mucho ahumada.

La mesera se retiró, la muerte todo devoró, con la panza llena, de la mesa se levantó, la guadaña a todos mostró y se dispuso hacer, tremenda matazón.

¡Un momento, por favor! Dijo Karla con decisión, mis clientes al panteón, no te llevarás hoy, defenderlos parte es, de nuestra buena atención.

La malora se reía, pues ella no creí, que Karla el cuchillo ocuparía, de pronto la boca cerraría, pues Karla ya venía, filetero y tabla traía, para despedazarla ese día.

La muerte corría y corría, Karla la perseguía, por el techo se seguían, hasta que la muerte caía, la metieron al horno ese día, las costillitas solo crujían, al tiempo que la calaca, desde adentro se reía.

Me la hiciste Licenciada, solo por eso, hoy no iré a tu casa, nos veremos en una semana y vamos a ver qué pasa, ya de paso me aviento, una longaniza ahumada.

Tú tablajero me llevé, la mesera me cargué y la tortillera se me fue, pues no sabía si te aplaudía o rápido hacia las tortilla, porque muchos clientes había.

Lo que Karla no comprendía, es que la muerte la distraía, pues ánimas de clientes venían, para comer ese día, la carne ahumada que en vida, ellos preferían.