Todo puede suceder ahora.

Nuestra velocidad de adapatación a los cambios de actitudes de las personas y de sus líderes es mucho más lenta que la de su propia capacidad de seguir cambiando.

Nada nos asombra ahora, hemos extraviado hasta esa calidad de humanos que reservábamos para no perder la dignidad.

El populismo y las mentiras a las que puede acudir mueven ahora más rápido al mundo, en todos los sentidos.

Tardaron más los téoricos del consenso político en intentar convencernos de sus bondades para una democracia útil, que los envidiosos y fascinerosos en comprobar que es mejor ahora, el no estar de acuerdo.

Los referéndums ya no representan autoridad o legitimidad alguna. Echan para abajo, acuerdos que antes, apenas unos meses antes, hubieran resuelto problemas básicos como los de Colombia con la consulta que buscaba el respaldo para finiquitar la guerra interna contra la guerrilla, o el de Inglaterra cuando decidió salir de la Comunidad Europea.
Las encuestas ya no son confiables.

Las decisiones públicas se guardan tanto a la indefinición o al oportunismo convenenciero que ningún aspirante a cargo político alguno sabe a ciencia cierta si ganará o perderá.

Si le va bien se entera en las vísperas.

El mal ejemplo cunde. Si la Gran Bretaña salió de la comunidad europea, que detiene a otros grupos intentarlo.
Ahora son los californianos los que, apanicados por el triunfo del Señor Trump quieren abandonar a los Estados Unidos de America.

Muchas voces quieren separar al Estado de California, su movimiento lo han llamado CALEXIT, se parece al de Inglaterra, Brexit.

Yes California Independence Campaign es su organización y trabajan para que en el 2018 su propuesta pueda ser votada. y espera que su propuesta sea votada en las elecciones de 2018.

Entre las razones que esgrimen para su objetivo hay parecidas a las que usaron en Inglaterra para abandonar la Unión Europea: Damos más de lo que recibimos.

Criterios parecidos mencionaron los mexicanos cuando quisieron separar a los Estados de Yucatán y de Chiapas.
Lecciones que estoy seguro están estudiando los españoles para intentar canalizar las inquietudes separatistas de los Catalanes que quieren abandonar a España, bajo criterios similares, por cierto muy cercanos en contenidos a los que postulaban los separatistas Vascos.

No será fácil señalar que debemos prestar oídos sordos a esas voces californianas.

Quienes hicieron lo mismo con Trump, nunca adivinaron sus posibilidades de error y ahora, menos saben calcular los costos y riesgos de esa victoria.

Otros no adivinaron un no, como respuesta a la consulta para refrendar la paz en Colombia, ni el si, inglés para salir de Europa.

Ya no hay moral para la conducta pública y por lo mismo, ya no hay límites a la perversión.

Lo peor es que, los humanos estamos, ahora, ni mandados a hacer para esas volatilidades de conducta y para esas variaciones o banderazos en las decisiones.

La creatividad pudiera mostrar más bondades que la sola energía de la inconformidad.

Cosas de este siglo 21.