Lo que hace unos años inició como uno de los proyectos más ambiciosos del gobierno poblano, hoy es uno de los más grandes y fructíferos de nuestro país; hablamos de la autopista Teziutlán-Puebla que enlaza tres entidades federativas, Veracruz, Puebla y CDMX y que actualmente beneficia a miles de vehículos que transitan diariamente por dicha autopista.

Esta “famosa autopista”, que si bien ha sido rentable (por lo menos para la concesionaria, que obtiene una retribución realmente alta), ha sido un tema de conversación por los usuarios desde su apertura, no solo por la reducción de tiempos que se genera entre las distancias de un lugar a otro, si no por el cobro de peaje que desde un inició implicó, entre muchos otros temas que han generado molestia e inseguridad.

Algunos usuarios han levantado la voz ante las diversas situaciones que se han presentado en este tramo carretero, pues la inseguridad se ha hecho presente en los últimos años, comenzando por el robo a transeúnte, agresión a los automóviles con objetos que impiden la visibilidad en los parabrisas y que sirven como distractor para que los conductores bajen de sus unidades, momento que es aprovechado para despojarlos de sus pertenencias.

Además de estos sucesos que resultan preocupantes, también se encuentra el alto cobro de peaje por cada caseta, pues ya no es sorpresa que, sin aviso, los precios suban de un momento a otro, aumento que es realmente significativo y que representa una inversión para los usuarios, pues desde marzo de este año el aumento fue de un 5 y 9 por ciento.

Sumado a todo lo mencionado, está el incompleto servicio brindado por la concesionaria, ya que en muchas ocasiones no cuentan con el equipo o con la asistencia necesaria para auxiliar a los automovilistas que se quedaron a mitad de camino, lo que genera que la espera sea larga e insegura. Ante esto, la molestia es aún mayor, pues los costos de peaje se actualizan constantemente dejando de lado la propia actualización, seguridad y comodidad de la propia autopista.