232 mil 876 escuelas de educación básica están cerradas y sus 25.4 millones de alumnos están en sus casas. Un millón, 219 mil 517 profesores son presionados, ahora a dar clases a distancia, sin disponer de los medios adecuados para ello y en muchos casos sin la preparación necesaria.
125 mil 498 escuelas son rurales y no tienen ni los grados ni los profesores necesarios, se les llama elegantemente ¨multigrados ¨, dos profes, atienden a todos los grupos de primaria. 32 mil son escuelas atendidas por bachilleres.
Solo el 15% son escuelas particulares, lo que indica que en el 85% asisten los hijos de las familias más pobres y media baja, cuando mucho.
De todas solo el 12% tienen acceso permanente a internet, pero, en sus edificios escolares, ahora abandonados. Aunque disponen de sus 174 millones de libros de texto gratuitos.
Por las edades y condiciones intelectuales de los infantes y adolescentes, el sistema educativo en nivel básico está diseñado para clases guiadas personalmente por docentes. En el aula física, se consideraba se podría construir el ambiente favorable para el aprendizaje.
La tecnología digital nos ofrece, ahora, nuevas posibilidades que, están ya en la prospectiva educativa del país, pero, en estos días, aún no tenemos la infraestructura indispensable y menos con los edificios escolares cerrados.
Se supone que en básica el 46 % de sus alumnos tienen un celular, de los más sencillos,cuyo gasto ahora se incrementa y se integra, a la ¨canasta básica¨, para no perder el semestre. Pero muchas familias aún no tienen acceso a internet, viven en suburbios pobres, urbanos o rurales y se han estado quedando sin empleo y sin ingresos.
La pandemia se ha impuesto y la verdad es que no estamos preparados para suplir, así sea, temporalmente, la educación presencial por una a distancia.
Muchos profesores de básica, no han sido adiestrados en didáctica digital y los modelos pedagógicos para ambientes virtuales, aún están en discusión.
El virus de ahora, nos ofrece aprendizajes que, debemos establecer como irreversibles e impostergables:
a.- Que las buenas intenciones se estrellarán siempre con la terquedad de la realidad y aunque nuestros docentes hacen sus mejores esfuerzos, la improvisación y la urgencia, deben conducirnos hacia la profesionalización digital de nuestros profesores y profesoras. Al día de hoy, en ninguna escuela formadora de docentes, se incluye este objetivo como curricular. Y en los docentes en servicio, apenas estamos insistiendo en la formación de competencias digitales básicas.
b.- Que el gobierno debe hacer un esfuerzo mayor y sostenerlo para que no existan, regiones sin acceso gratuito a internet. También regular precios para servicios celulares comprometidos con la educación.
c.- Que, si la suspensión de clases presenciales se prolonga, se utilicen los servicios educativos por televisión, sin enfatizar la modalidad en secundaria e incluir clases para primaria, con el apoyo de los profesores de grupo.
Pero, por encima de todo, aceptar que, así como ahora, un virus cambia las rutinas de vida, ni es la primera pandemia que nos sorprende, ni será la última.
Reconozcamos, el esfuerzo que nuestros profesores y profesoras realizan, para hacer de la educación, camino ininterrumpublie de libertad y razón insustituible de justicia.




