Poco a poco, el verbo “concesionar” se fue posesionando de muchas de las ideas de gobierno y sus decisiones. Algunas se entienden como una oportunidad de redistribuir el ingreso y apoyar a muchas familias a financiar su gasto cotidiano.

Las combis, los taxis, entre otros servicios son concesionarios  a particulares con la idea de apoyar su esfuerzo económico, es cierto, pero todas las concesiones, se originan en gran medida ante la incapacidad o insuficiencia de un gobierno para ofrecer esos servicios públicos.

Por eso algunos gobiernos justifican concesiones con la idea de mejorar el servicio, aunque con ello, se autolimitan para elevar su eficiencia y capacitación en las responsabilidades de gobernar.

Bueno, casi todas las decisiones de un gobierno atraviesan por esa alternativa.  Que un tercero sea mejor que el mismo gobierno, cuando el gobierno debiera ser siempre la referencia de calidad, oportunidad, suficiencia y costos justos.

Sin embargo, si el concesionario funciona bien o mal, de todas maneras la responsabilidad será del gobierno, no solo porque así lo dicen las leyes, también porque fue a los gobernantes, no a los concesionarios, a quienes los electores ubicaron en esos puestos con su voto.

En Teziutlán, esta concesionada la recolección de basura, por ejemplo, desde el penúltimo gobierno municipal.  Si bien sus resultados recientes dejan mucho que exigir, los teziutecos se han dirigido siempre al ayuntamiento para que corrija, mejore, o substituya.

El costo de estas decisiones, siempre corre el riesgo de ser negativo para los gobernantes, ya que quienes operan los servicios concesionados, no son políticos, ni les interesa.  Son empresarios y sus criterios siempre irán de la mano de las ganancias, no del concepto de utilidad social, que solo se demuestra en satisfacción de necesidades de las familias y que por cierto, chocan mucho con las posibilidades de ganar.

Aquí es donde está la diferencia sustancial de  las concesiones.  La moral pública, exige que el gobierno garantice una relación  costo-beneficio en términos sociales y económicos, mientras que la moral empresarial, solo entiende una relación costo-ganancia, en términos financieros, es decir en billetes.

Por eso, hay y habrá ciertas concesiones que, al solo mencionar la posibilidad de que existan, mueve a muchos líderes, que a su vez mueven a la población, para rechazarlas, casi en automático.

Se ha hablado en las ultimas semanas de la posibilidad de decisiones de concesiones, en todos los 217 municipios del estado, el servicio de suministro de agua potable.  Hasta ahora, no hay acción alguna en ese sentido.  Pero los líderes, sobre todo los de “izquierda” intentan aprovechar esas posibilidades para movilizar en contra a ciudadanos y capitalizar electoralmente o en “moches” esta circunstancia.

Debo aclarar que concesiones del agua potable si existen, al menos  conozco una en el área metropolitana de la ciudad de Puebla, lo que incluye a varios municipios conurbanados con la cuatro veces heroíca ciudad.

Puebla tiene experiencia en concesión de agua y de basura, a ojos del gobierno puede ser positiva y exitosa en términos de oportunidad y suficiencia para atender y calidad en la forma en la que hacen, pero esto no puede ser extensible en automático a nuevas concesiones.

No hay intenciones de “privatizar”, -así los adversarios de los gobiernos, llaman peyorativamente a las decisiones de concesiones, -el agua potable en el estado.  Esa es la verdad, hasta el día de hoy.

Por eso, ayer que pasaron por acá algunas personas en una peregrinación para hacer conciencia de una movilización para impedir se privatice el agua potable en Puebla, pocos los vieron, mas pocos los escucharon y ninguno los siguió.

Los políticos buscan crear “causas” y movimientos para impulsarlas, eso es bueno, pero se necesita tener materia y razón, por el momento no las hay, por eso no han cuajado esos pequeños movimientos.

Y no se crea, cuando un gobierno piensa en “concesionar servicios vitales” lo calcula mucho, porque sus costos políticos son muy altos, tan altos, mayores, más que los posibles beneficios a las familias y a los propios políticos, porque no se crea, por ahí se asoma una discreta sospecha de que, también al concesionar, pudieran haber “moches” que beneficien a uno que otro político gobernante, que no a todos.

Hay que estar atentos y vigilar a nuestros políticos y gobernantes, no todos los que gobiernan son políticos ni todos los políticos gobiernan.  Ellos no tienen la culpa que,  el descuido de usted, de nosotros, les permita hacer a ellos, lo que quieran.