En la Santa Madre Iglesia Católica, existe una condición para obtener el perdón de los pecados cometidos y es la que exige un examen de conciencia, que se pide, sea honesto, exhaustivo, responsable.

Tras evaluar cada uno su comportamiento, puede uno merecer el perdón de los pecados.

La lección es igual en política, finalmente la iglesia católica es madre de todas las políticas, aunque usted no lo crea.

La pregunta es si en realidad, cada actor político cumple esa condición y si lo hace con honestidad, al evaluar si sus ideas son resultado consecuente y lógico de sus actos.

Los partidos y los electores estarían llamados a ese ejercicio o a uno parecido, para poder presentarse una y otra vez, frente a los electores y ampararse en una “autoridad moral”, para poder volver a pedir que la gente confíe en ellos y vote por ellos.

Hace mucho tiempo que, en esta democracia, plena de falsedades, corrupciones, impunidad y cinismo, ese ejercicio ha dejado de merecer, al menos, el beneficio de la duda, para hablar de honestidad y ofrecer credibilidad, base de la confianza.

Estamos en una situación donde, ni los partidos, ni lo electores, ni las autoridades, se creen con derecho y transparencia para merecer, la confianza de los demás en cada proceso electoral. Lo peor es que ninguno lo existe como condición de democracia.

La democracia actual cursa sin ideas, sin ideales, sin compromisos serios de mediano y largo plazo. Se basa en la capacidad de denostar, ofender y en el ejercicio de una creatividad para poder indagar o a veces, inventar, situaciones que hagan quedar en ridículo a los adversarios políticos. Lo peor es que ni eso, también les interesa.

Tocó el tema, porque leo, sin sorpresa, que el PRI POBLANO, ha expulsado a varios ex militantes de sus filas y ha bajado de los altares de la veneración a directivos que alguna vez merecieron el trato cercano al que se dan a los santos, a las vírgenes o a los profetas, a los que antes, habría quemado incienso y protestado seguimiento.

Un partido, por supuesto tiene la facultad de sancionar a quienes, por irse de su casa, son tachados de traidores. Sin embargo, el irse, no es causal de traición, en una organización política que se construye para la libertad total y la justicia de sus miembros.

Si te vas, no necesariamente me traicionas. Me duele, te necesito, pero no por que me niegas esa adhesión, eres traidor.

Los directivos, a mi juicio, la mayor de las veces, merecerían el título de traidores, porque, ahora, ellos pactan, negocian con otros partidos, aun con los que siempre fueron sus adversarios ideológicos, acuerdos que, les benefician a algunos de los que mandan en los partidos. Eso, es traición.

Traición también es la que cometen los directivos de un partido, cuando cierran el paso a otros miembros y a otras generaciones y se adjudican los puestos en elección. Unas veces son senadores, otras gobernadores, luego diputados, nuevamente senadores, presidentes municipales. Chequen los nombres, que circulan de puesto en puesto, en cada uno de los partidos viejos o nuevos, se darán cuenta que son los mismo, con alguna que otra excepción que van ingresando a la lista de beneficiarios, porque son hijos, nietos, sobrinos, yernos o nueras de los que hace 25 años dirigen los partidos, representan al pueblo o gobiernan en cualquiera de los tres niveles. Ojo, vea como los apellidos se repiten a lo largo de estos últimos años y los que aparecen, son familiares directos. Así pasa con los artistas, meten a sus novias, luego a sus hijos, luego a sus nietos, nueras o yernos. Pero en el medio de la diversión, ninguno de los radioescuchas, o telespectadores metemos las manos.

No sé que tanto daño haga los priistas que expulsan ahora por ser de otros partidos, a lo mejor hasta los liberan de una atadura que no les era benéfica, porque también hay que decirlo, los que se van, es porque ya no tienen espacios, ni de respeto a su dignidad de militantes, ni para la participación política.

Finalmente, los priistas de ahora, líderes de transparencia, no podrían presumir ni de honestidad ni de pertinencia. Aguas, porque se están yendo muchos y en esa evaluación de si mismos que les falta, a lo mejor, pronto no habrá quien expulse a los demás, porque se habrán ido todos.