Del PRI podemos decir todo, o casi todo. Casi todo, podría ser verdad, podría ser útil, según el lugar donde usted se ubique. Podría, también ser lo contrario, lo único que no podría, sería ser ignorado o minimizado. Duela o nó, convenga o nó, ahí está. Activo y operante, cada día más viejo, pero más socarrón y más mañoso.

40 años viajé y viatiqué en ese partido. Podría decir que era diferente, pero no, no era diferente, el PRI sigue siendo igual, igual en su método, en sus estrategias, pero sobretodo, mejor en su experiencia, como organización que influye en todo el sistema nacional. Mejor como institución de aprendizaje, mejor como operador de conveniencias y ambiciones de todos los grupos que se acercan al poder, con buenas, malas o indiferentes intenciones.

Bisagra, esa sería su mejor definición, bisagra de puertas, a veces pequeñas, a veces muy amplias, pero que igual se cierran para un lado y se abren para otro ó ni dejan que se abra, ni que se cierre, para ningún lado.

En cada decisión política, económica o social, fundamental de tamaño completo, los operadores de ese partido, están, como fieles custodios de un bien nacional, que a ellos, les parece propio, particularmente propio. Se infiltran misteriosamente, se afilian discretamente, compran boletos de acceso o de permanencia, compran aliados abiertos o encubiertos, vaya eficiencia, hasta prestan candidatos o alquilan partidos a aliados, en tiempos de urgencia electoral, todo, para no salir de la verdadera esfera de las decisiones políticas reales en este país.

No hay, al día de hoy, partido político, en el cual, los priistas no tengan alguna mano metida, a lo mejor, como dice AMLO hasta han integrado una mafia, tan cierto es que, ni siquiera AMLO estaría fuera de esa mafia. Lo está, solo que le toca jugar el papel del niño rebelde, del niño diferente que, sin embargo, legitima a la misma mafia y trabaja para ésta.

De la competencia política, que en este país nunca ha sido real, hemos pasado a los grandes arreglos superiores, donde se toman las decisiones: quien pierde o gana, aparentemente, qué pierden o que ganan, aparentemente, o que pierden o ganan realmente.

En los últimos tiempos ha sido Jesús Reyes Heroles el inteligente maestro diseñador de esta estrategia, operador de sus arreglos, legitimador de moral pública, con ideas y con valores, ha guiado desde los años 70s, a este país hacia la única fórmula que ha permitido no desintegrarse ni rebelarse: las alianzas, abiertas, ocultas, discretas, escandalosas, pero eficaces, para que el sistema político mexicano funcione y para que el PRI siga manejando la batuta, que a veces parece ser la varita mágica de los cuentos infantiles.

De los diputados de partido, a los diputados,senadores y regidores, plurinominales, de las coaliciones electorales de dos partidos, circunstanciales, esporádicas a las macroalianzas permanentes, aquellas que comenzaron cuando con su permiso, se empezaron a abrir nuevos partidos, proveedores de legalidad y legitimidad, ofertadores de esperanzas y puertas falsas a los que nunca han querido y creído en la poderosa maquinaria priista, solo faltarían gobernadores y presidentes nacionales, plurinominales.. no se ría, vamos para allá, ya se habla de gobiernos de coalición.

Muchos electores estamos conscientes de que en esa realidad política mexicana cabe todo y que eso es lo que la hace viable, irrompible, elástica, y esto es lo mejor, que nos da, o puede dar cabida a todos.

Todos los dirigentes nacionales, estatales o regionales, han sido priistas. Todos, al menos en las dos primeras generaciones desde el último tercio del siglo pasado. Los que no nacieron, se educaron o se ideologizaron en el PRI, son poquitos, pero en su historial familiar, tienen a un priista en casa.

Los panistas, serían los únicos que podrían, en realidad a partir de una segunda o tercera generación hablar de que no tuvieron la necesidad de contaminarse de alguna sintomatología o patología priistas. Pero para ellos, su integración tiene una vía, no diferente, no inédita, pero sí segura: los arreglos cupulares. Pactan, no pueden negarlo, con esa enfermedad priista de la cual siempre han manifestado aberración, pero no desidia.

En esta elección así van. Han decidido ya, que el próximo presidente de México sea José Antonio Meade, lo han escogido escrupulosamente, lo impulsan, como una demostración de inteligencia, oportunidad y pertinencia, para un país que no puede estar para experimentos. Y yo creo que es una decisión y una estrategia, inteligente, oportuna, pertinente, aunque no suficiente.

Por fuera de sus propios partidos, que no tanto, porque en esta sociedad líquida, elástica en la que vivimos, a pesar de sus propios partidos, los que mandan en este país, ya nos han enseñado que los partidos siguen siendo el camino que la ley señala para acceder al poder en este país, pero que, el verdadero poder, no necesariamente está en los partidos políticos.

Ya vé, PRIistas y PANistas, van juntos, conscientes, claros, francos, que no cínicos, en una candidatura por arriba de los partidos más importantes en este país. Lo más claro, lo más abierto, es que quien dirija en los próximos 6 años a este país, tiene la bendición de los santos varones del verdadero PRI, y del verdadero PAN. Los demás cargos, se distribuirán en el mismo sentido.

A que viejo inteligente don Jesús, el de Veracruz, aún siguen sus enseñanzas, guiando a este país, que desgraciadamente cada día lo olvida más.

Pero esto ya comenzó en la vida real, y los que mandan, mandan, y los que votan, votarán. José Antonio Meade, será presidente.