Cuando hace mucho calor, el cuerpo suda más para intentar refrescarse, lo que puede llevar a deshidratarse si no se toma suficiente agua. En casos extremos, las altas temperaturas pueden causar un golpe de calor, que es muy peligroso porque el cuerpo llega a temperaturas muy altas y puede causar mareos, confusión o incluso desmayos. También es común sentir agotamiento por calor, con síntomas como debilidad, dolor de cabeza o calambres.

Además, pasar mucho tiempo bajo el sol puede provocar quemaduras en la piel, lo que a largo plazo aumenta el riesgo de cáncer de piel. Para quienes tienen problemas respiratorios, el aire caliente puede dificultar aún más la respiración.

El calor también puede hacer que las personas se sientan irritables o estresadas. Incluso puede afectar la capacidad de concentrarse o pensar con claridad. Dormir bien también puede volverse un desafío cuando la habitación está muy caliente, lo que hace que la gente se sienta cansada y de mal humor al día siguiente.

Algunas personas son más sensibles al calor que otras, como los adultos mayores, los niños pequeños o quienes ya tienen problemas de salud. También están en riesgo aquellos que trabajan al aire libre o realizan actividades físicas intensas bajo el sol.

Lo mejor es mantenerse bien hidratado, usar ropa ligera y fresca, y buscar sombra o lugares ventilados cuando el calor aprieta. También es importante usar protector solar para evitar quemaduras. Si alguien empieza a sentirse mal por el calor, es fundamental actuar rápido y buscar atención médica si los síntomas empeoran.

Así que, compra un protector solar, evita exponerte mucho tiempo a los rayos del sol, jálate una botella de agua y usa ropa ligera.