El aparato contenía cultivos celulares, los cuales podían sufrir daños con una variación de temperatura. El Instituto Politécnico Rensselaer responsabilizó a la empresa que contrató al hombre.

Un conserje del Instituto Politécnico Rensselaer en Estados Unidos apagó un congelador por escuchar «sonidos molestos», sin pensar que afectaría una investigación de 20 años y valuada en un millón de dólares.

La universidad, localizada al norte de Nueva York, presentó una demanda contra la empresa que contrató al hombre, identificada como Daigle Cleaning Systems Inc.

El congelador se encontraba en un laboratorio y contenía cultivos celulares y muestras que estaban almacenados a -80 grados, los cuales tendrían daños catastróficos al sufrir una «pequeña fluctuación de temperatura», detalló la demanda presentada ante la Corte Suprema del condado de Rensselaer, informó CNN y The Independent.

El trabajador limpiaba el laboratorio cuando escuchó el pitido durante horas, perdió la paciencia y decidió apagarlo. Tras pulsar el interruptor, la temperatura subió a -32 grados y el material resultó dañado o completamente destruido.

El caso podría haberse evitado, pues había posibilidad de que el pitido fuera silenciado sin necesidad de apagar el congelador, de acuerdo con un cartel que tenía el aparato en la puerta, detalló The Independent.

«Este congelador emite un pitido porque está en reparación. Por favor, no lo mueva ni lo desenchufe, no es necesario limpiar esta zona. Puede pulsar el botón de silencio de alarma/prueba durante cinco a 10 segundos si desea silenciarlo», decía el cartel en mayúsculas y negritas.
El caso ocurrió en septiembre de 2020, luego de que el conserje tenía varios meses trabajando en la universidad. El personal del Instituto Politécnico Rensselaer entrevistó al hombre tras el incidente.

El trabajador admitió que escuchó las «molestas alarmas» durante toda la tarde, por ello, intentó resolver el problema y manipuló la caja eléctrica de la máquina.

De acuerdo con el informe presentado por la universidad, el hombre pensó que estaba encendiendo los disyuntores eléctricos cuando en realidad los había apagado.

La investigación señaló que, «al final de la entrevista, (el conserje) no parecía creer que hubiera hecho nada malo, sino que sólo intentaba ayudar».
La universidad no considera que el conserje sea responsable del caso, sino que culpa a Daigle Cleaning Systems por no haberlo entrenado y supervisado adecuadamente, según la demanda.

La investigación perdida exploraba la fotosíntesis y su impacto potencialmente significativo en el desarrollo de paneles solares; recuperarla costaría aproximadamente un millón de dólares, informó Michael Ginsberg, abogado de la universidad.