Cuando escucho la palabra feminicidio, solo puedo pensar en una cosa ¿Por qué? Desconozco las razones, pero me queda claro que nos estamos acostumbrando a encontrar este tipo de noticias en el día a día, que al parecer si no es algo “feo, triste o violento”, no es noticia y entonces damos la impresión de ser una sociedad que prefiere no mirar y seguir comentando de lejos lo que sucede a nuestro alrededor.
De acuerdo a los buscadores de Internet y a algunos periódicos locales, el pasado 9 de julio, ocurrió el feminicidio número 60, esto en la entidad poblana y en lo que va del año, porque seguramente existen muchas casos de mujeres en que la palabra justicia no precisamente a actuado como lo demanda, y que se han quedado en el olvido, en algún terreno baldío, en la carretera, en un canal de aguas negras y claro, en la mente de aquellas personas que cometieron sin más ni menos el acto.
Clara, una mujer de 82 años fue hallada sin vida dentro de su domicilio en el municipio de Tehuacán, en donde de acuerdo a las declaraciones de vecinos, fue privada de la vida a golpes por su hijo, quien se encontraba en estado de ebriedad, mismo que fue asegurado por la policía municipal. Se sabe que aunque la Cruz Roja la trasladó aún con vida, falleció debido a la violencia con la que su primogénito actuó.
Las interrogantes siguen en el aire así como los cuerpos de seguridad, y frases como “Puebla Segura” o “Puebla Sigue”, dejan mucho que desear, pues “segura” resulta para algunos cuantos, para los que tiene la oportunidad o el lujo (porque ya resulta un lujo), de estar en un lugar sin correr peligro, y eso de que Puebla Sigue, pues sí, sigue creciendo en muchos otros aspectos, disminuyendo en algunos otros, pero algo de lo que parece no acabar y seguir y seguir, es sobre la violencia por la que todos los días estamos expuestos.



