No ganan mucho el PRI y el PAN al retirar y expulsar de sus filas a sus miembros que, con sus acciones, ponen en pésima reputación a su partido.

De nada sirven esas decisiones, son extemporáneas y además poco importantes.

A ningún elector mexicano conmueven.

A ningún elector mexicano convencen.

Sobre todo, porque, en la época de la corrupción y la impunidad que los propios partidos han construido con su olvido y con su perdón, expulsar a miembros non gratos, solo expía culpas de remordimiento de conciencia de quienes, al no saber escoger, los ofrecieron como lo mejor de su militancia y engañaron a los electores que, confiaron una y otra vez, en las postulaciones de esos institutos políticos.

Porque, los expulsen o no, les dejen de hablar o saludar, ninguno de esos miembros que hoy, fuera de tiempo y de lugar, regresará el dinero que tomaron o dejaron tomar, y menos limpiaran el lodo que de suyo, los partidos políticos ya traían y que se incrementaron con sus malas acciones.

Qué le vamos a hacer, es la calidad humana.

Aquella que hace cierta la sagrada escritura que nos recuerda que en el arca abierta hasta el más justo peca.
Aquella que en la mejor de las transparencias nos recuerda que, quien al altar sirve, del altar come.

Aquella que, con todos los poderes, ha convertido en multimillonarios a todos aquellos que aceptan “sacrificarse” para servir a los demás.

Esa historia no se puede olvidar y no se puede borrar ni expulsando a los malos militantes mil veces.

Como creen, los líderes políticos y las autoridades que puedan, totalmente fuera de tiempo, componer los daños de todo tipo, pero en especial los patrimoniales, que sus malos muchachos han realizado.

Usted podría decir que, esta historia no es nueva, ni será, lamentablemente la última.

Si, pero no por antigua, podríamos aceptarla como la conducta normal en asuntos de política y gobierno.

El cinismo y la desfachatez son los ingredientes que, en los últimos años, han sido, la gota que derrama los vasos de la paciencia, el hartazgo, la desconfianza que caracterizan al sistema político, poco democrático, mucho, muy corrupto.

Tarde también llega la decisión política del sistema anticorrupción.

Nadie cree a estas horas que podrá ser útil y eficiente.

Todos por el contrario pensamos en que es una cortina de humo para volver a opacar lo que, de suyo es evidente.
Desde los tiempos de la “renovación moral” hace ya casi 30 años, el país no había visto que en lugar de frenar, impulsó, multiplicó, potencializó la corrupción y la impunidad.

Nada hay de los últimos 15 años de Transparencia y rendición de cuentas.

Todos hacen lo contrario.

Elevan los costos de construcción o inversión en las decisiones gubernamentales en obras y servicios. No aplican normatividades para seleccionar a los proveedores y contratistas. Se autoimponen salarios que lastiman a los electores pobres y marginados.

En fin, la cadena de malas acciones es tan larga que alguien ya ha dicho que este sistema, nunca será pensable sin corrupción o impunidad.

Por qué creerles ahora a los partidos y al gobierno que el combate a la corrupción y la impunidad va en serio?
O acaso creen que con expulsar a los Duarte, el de Veracruz y el de Chihuahua, o al ex gobernador de Quintana Roo, o a Padrés el Panista ex gobernador de Sonora, nos convencerán de que esto se acabará?

Ninguno en su sano juicio podrá creerles. Así que si los expulsan y les dejan de hablar, a nosotros los humildes espectadores de la política negra mexicana, nos tiene sin cuidado.

Foto: Eduardo Miranda