Un grupo de investigadores constató la «presencia aparente» en las capas nubosas de Venus de fosfina, un gas existente en la Tierra, cuya procedencia podría deberse a un fenómeno desconocido o a una forma de vida.

Según un estudio publicado el lunes en Nature Astronomy, es la primera vez que se halla fosfina (o fosfano) en uno de los cuatro planetas telúricos del Sistema Solar, al margen de la Tierra.

Jane S. Greaves, profesora de astronomía de la Universidad de Cardiff, que dirigió el estudio, indicó que el gas fue detectado mediante la observación de la atmósfera venusiana con la ayuda de dos radiotelescopios. «Podría proceder de procesos desconocidos de fotoquímica o geoquímica, o por analogía, de la producción biológica de fosfina en la Tierra, gracias a la presencia de vida«, explica el estudio.

Este compuesto se halla también en planetas gigantes gaseosos del Sistema Solar, pero no es de origen biológico.

La presencia de fosfina, un compuesto altamente tóxico, no sorprende en la atmósfera infernal del segundo planeta más cercano al Sol, compuesta en un 97% de gas carbónico. En su superficie, la temperatura es de un promedio de 470 ºC, con una presión más de 90 veces superior a la de la Tierra.

Pero es en la espesa capa de nubes hiperácidas que cubren Venus hasta unos 60 km de altitud que el equipo de Greaves supone que se pueden hallar las moléculas.

«Ahí, las nubes son templadas, alrededor de 30°», según el estudio, que no excluye que el gas se forme a una altitud más baja y caliente antes de elevarse.

Pero, ¿de dónde procede? Greaves, que confía en «haber tenido en cuenta todos los procesos susceptibles de explicar su presencia en la atmósfera de Venus» antes de descartarlos, cree que solo queda como hipótesis un proceso desconocido o una forma de vida.

En este último caso, la científica explicó: «Creemos que tendría un tamaño pequeño, para flotar libremente». E insistió que «la detección de fosfina no supone una prueba robusta de vida, sino que solo constata una química anormal inexplicada».

Por ello, Greaves y sus colegas abogan por una observación más precisa de este fenómeno, mediante un telescopio espacial o bien una nueva visita por sonda de Venus o de su atmósfera