Los habitantes de Puebla, especialmente los de la capital, viven una constante lucha entre el miedo a la violencia y la amenaza de un posible desastre volcánico. La inseguridad se ha convertido en una preocupación creciente, con un aumento de la criminalidad cada año. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), los índices de delitos han subido un 15% en los últimos tres años, particularmente en robos, extorsiones y asaltos. Esto ha generado un clima de vulnerabilidad en las calles, donde muchos se sienten desprotegidos y desamparados, con una policía local que no da abasto ante el crecimiento de la delincuencia.
A este panorama se suma la constante alerta volcánica del Popocatépetl, que desde 2023 se encuentra en fase 2 Amarilla. Esta fase indica que el volcán podría generar erupciones moderadas, expulsión de gases, material piroclástico y cenizas, lo que incrementa el riesgo para las comunidades cercanas. Aunque el gobierno del estado ha tomado algunas medidas preventivas, como la instalación de sistemas de monitoreo y las rutas de evacuación, la respuesta del gobierno municipal ha sido insuficiente. Los capitalinos sienten que las autoridades locales no están a la altura de la amenaza volcánica, ya que no han reforzado las campañas educativas ni la infraestructura de protección civil, lo que deja a muchos con dudas sobre qué hacer en caso de una emergencia.
El problema de la inseguridad y la alerta volcánica se ve agudizado por la falta de acción de las autoridades municipales. A pesar de algunas iniciativas superficiales, como patrullajes en ciertas zonas y campañas limitadas, la percepción general es que el gobierno local no está tomando medidas reales para proteger a la población. Aunque el gobierno estatal apoya con su infraestructura y coordinación, la falta de liderazgo y eficacia en el ámbito local deja a los poblanos atrapados entre dos miedos: el de la violencia en las calles y el de un desastre natural inminente. La frustración crece, pues muchos sienten que las autoridades municipales están más enfocadas en intereses políticos que en la seguridad y bienestar de la gente.




