El manantial del Apipiazco desde los comienzos de Tlatlauquitepec ha sido parte crucial para el desarrollo del pueblo, esto es a razón de que ahí se dotó durante muchos años agua a varias partes de esta cabecera municipal.

Muchas son las historias y leyendas que circundan esta fuente de agua, algunas son familiares, otras son de amor, pero también están las que enmarcan el suspenso y misterio, aquellas que sobreviven al tiempo gracias a los abuelitos, quienes en estas épocas del año, comparten lo que ellos oían de niños por voz de sus abuelos.

Cuenta una leyenda que durante las noches frías y lluviosas, esas que se inundan de neblina que no permite ver más allá de unos cuantos metros, en el empedrado que llega y pasa justo a un costado del manantial, se escuchan los cascos de un caballo.

Se puede escuchar como baja por el lado poniente de la calle, una vez que llega al manantial, los sonidos se detienen por unos momentos, solo para que el silencio abrumador de la fría noche sea roto abruptamente por el relinchido de un caballo, al cual le sigue el estrepitoso sonar de los cascos y que parte hacia el oriente a toda marcha.

Se cree que es el ánima de un jinete y su caballo de la época de la conquista, el cual quedó abandonado y desorientado gracias a la bruma de la neblina, la leyenda local nos cuenta que este jinete aún busca sus compañeros españoles, por eso vaga de noche por toda la sierra, haciendo paradas en los ojos de agua para saciar la sed propia y la de su eterno compañero.

Muy pocos dicen haber visto al jinete, el cual porta armadura de metal y espada, pero el área de su rostro y manos es totalmente oscura, sobre el caballo, refieren que es una bestia muy grande, de brilloso crin, ojos rojos y pezuñas metálicas.

Muy pocos lo han visto, pero muchos lo han escuchado deambular entre las cero y tres de la madrugada, teniendo más presencia en noches cargadas de neblina, aquellas que se aprecian lúgubres y que nos invitan a mejor no salir a la calle, pues puede ser que en una de tantas, pasen el jinete y su caballo a toda velocidad en busca de sus compañeros de armas.