Corría el mes de mayo de 2007, eran las 11:30 de la noche aproximadamente, en ese entonces mi esposa y yo eramos novios, siempre llegábamos juntos de Teziutlán y nos quedábamos un rato en la sala de su casa, recuerdo que ese día nació mi sobrina, hija de una hermana de mi ahora esposa.

A la hora que les comente salió mi concuño caminando hacia el hospital y yo me despedí de mi novia. Era una noche fresca, se veía venir la neblina y ya se sentía el frío del viento, se avecinaba un cambio de clima.

La Av. Independencia estaba poco iluminada (hoy sigue igual), yo tome dirección al centro y mi concuño hacia el antiguo hospital, la calle estaba sola y en un silencio abrumador, solo se oía a lo lejos un motor de camión que bajaba por la Av. Reforma, que se apagaba por el sonido de mis propios pasos, recuerdo prender un cigarro por la parada de Independencia y mi mente se ocupaba en cosas que tenia que hacer al otro día, me dirigía al hotel serrano, rentaba un cuarto ahí, tenia muchas ganas de llegar, tomar un café y echar la platica con Don Jaime (actual sacristán de la Asunción).

Pero justo al momento de dar vuelta en la calle Juan Alvarez, escuche un tremendo grito, que parecía mas un lamento desgarrador de mujer, que provenía del lado poniente del Pueblo, me detuve, regrese a Independencia y mire a ambos lados de la calle, no vi nada, me quede parado ahí mientras volvía a fumar el cigarro, fue cuando volví a escuchar ese lamento, pero mas cerca, esta vez caí en cuenta que no era algo normal, que no era una mujer viva que se quejaba, en cuestión de muy pocos segundos comprendí que eso no era común, menos normal, me di cuenta que venia de la parte trasera de las casas que dan hacia Huaxtla y el lamento venia de arriba.

¡Se me erizó la piel de cabeza a pies, aventé el cigarro y salí corriendo con dirección al hotel, no recuerdo como llegué, pasaban mil cosas por mi mente, y juraba que algo venía siguiéndome! Llegue al hotel y tocaba la puerta de cristal y llamaba a Don Jaime.

¡Jimmy, Jimmy, abra rápido por favor! Decía mientras tocaba y no me atrevía a voltear hacia el parque.

Se me hizo eterno el que Don Jaime abriera, ya que andaba haciendo unas cosas en el patio del hotel.

Abre la puerta y me pregunta… ¿Que la pasa Joven? Viene sudando y muy alterado

Pasé, me senté y en efecto, no paraba de sudar y me temblaban las piernas.

Creo que oí a la llorona Jimy.

Le explique lo sucedido mientras preparábamos café y me comía un bolillo, mas fue mi sorpresa que Don Jaime corroboraba con anécdotas lo sucedido.

Me relaje, y me fui a descansar, me costo mucho trabajo conciliar el sueño esa noche. Al día siguiente le platique lo sucedido a mi novia y me comento que su cuñado regreso en las mismas circunstancias y condiciones, había oído lo mismo.

Al momento de llegar y ver el reloj en el hotel, habían pasado solo 6 minutos desde que salí de la casa de mi novia.

Así fue como oí por primera vez en Tlatlauquitepec a lo que llamo la llorona de Huaxtla.

En otra publicación les narrare lo que escuchamos varios policías de Zaragoza y su servidor.

German Lhudovick Moroni Landero

El Pariente