En política los ataques son cosa de todos, todo el día y  todos los días. Muchos políticos se dedican a eso y con esa publicidad negra, construyen sus caminos, casi siempre de fracaso.  Antes influían  en el elector al que  confundían  o pervertían en sus decisiones. Ahora no es tan fácil. Las redes sociales y las comunicaciones han logrado un elector mejor capacitado para defenderse.

Es cierto que todo candidato tiene expuesta su vida al escrutinio público, pero también, que es muy fácil inventar o tergiversar, incluso a partir de hechos que sean reales.  Calumnia que algo queda. 

La noticia de la semana fue una combinación de interpretaciones, que muchos, aprovecharon para llevar agua a su molino. Una confusión de medias verdades, intensas malas intenciones y mucha bilis, diría mi abuelita.  

De repente un reporte de una comisión al interior de MORENA desato las malas vibras, el coraje y el berrinche más allá de la legalidad de una impugnación. Algunos entendieron que para esa comisión Carlos Peredo, no sería candidato de ese partido a la presidencia municipal. Otros interpretaron correctamente ese documento y concluyeron que, esa comisión no podría, quitar una candidatura que no dio.

Carlos Peredo es desde el comienzo de esta contienda, candidato a presidente municipal por el partido COMPROMISO POR PUEBLA y a esta candidatura, MORENA y  PT,  pidieron sumarse bajo la figura legal de candidatura común.  De ahí que no hay, ningún argumento válido para pensar en retirar esa adhesión.

Peredo sigue siendo candidato de los partidos COMPROMISO POR PUEBLA, MORENA y PT.

Pero, ya está comprobado, que los pocos, que  piden a Dios que Peredo no compita,y piensan que eso incrementa sus posibilidades de éxito, dejaron ir, las lenguas de doble filo y hasta se tomaron la molestia de difundir eso que, en la más sana de las interpretaciones podría haber sido un hecho interno de un partido.

Esto permitió a Peredo reconocer amigos y confirmar enemigos y para la mala fortuna de éstos últimos, este escándalo permitió a Peredo aumentar en un poco más de 1% su ventaja sobre el más cercano competidor.

Los ataques solo esperan un pretexto para aflorar los sentimientos, que no las razones. No se tratan de verdades, se tratan de oportunidades para distraer a quien atacan, confundir a sus seguidores y distraer a la opinión pública con argumentos que, difícilmente, podrían llegar a los tribunales.  Son guerras en medios de comunicación, porque, a los políticos, muchos,  quieren matarlos como a las moscas… a periodicazos.

Pero la experiencia dice que los ataques pueden ser oportunos o llamativos, pero si no son bien fundados, lejos de matar al político lo fortalecen, acuérdese que en política lo que no mata engorda.

Está claro que vivimos una campaña de escándalos, se trata de incrementar el enojo colectivo y encerrar las decisiones solo en pánico e incertidumbre. Eso no nos conviene.  Ya habrá más escándalos, esto apenas comenzará en mayo pero, los electores, no debemos aceptar que la publicidad o la propaganda negra sean donde encontremos las mejores razones para votar, ni  el ambiente sano, inteligente, en el cual escojamos los próximos presidentes y diputados.