Por muchas razones, todos, esperábamos mayo.  El mes de las fiestas y los días de descanso obligatorio ofrecía, miles de pretextos, para dejar de hacer, lo que teníamos que hacer y también para ocuparnos en preparar las celebraciones, como debían ser.

El mayo del 2020, no es, ya no fué igual. No nos quedó otra que aceptarlo y odiar aún más, al bicho ese, que muchos dicen no existe y creen junto con un político celebre, obra nefasta de los fifís, neolliberales, conservadores, que, ahora tienen la culpa de todo lo que hay y me temo que en los próximos 5 años, también.

Para ser sinceros, el Día del trabajo, con el que empieza mayo para los mexicanos, había venido a menos.  No sé si por las perversiones de los patrones o por claudicación o resignación de los grupos tradicionalmente rebeldes que decían defender los derechos del proletariado.  O  también, porque el desfile no servía para nada. Ninguno pelaba sus protestas y reclamos. 

Este mayo nos dejará con la duda, si,  también, el festejo hubiera sido poco perceptible, porque la izquierda, tradicionalmente pro obrera es, ahora, gobierno. Concedámosles el beneficio de la duda.

El virus ayudó a eso.

A los poblanos para nada gustó que el covid 19 nos cancelara las fiestas del  5 de mayo, en Puebla, en muchos lugares del país, en todos los habitados por poblanos  y en los Estados Unidos, donde esa fiesta se celebraba con mayor entusiasmo que el 16 de septiembre.

Los gringos saben que la victoria de los indios de la sierra poblana, al derrotar a los franceses, impidió para siempre, que Europa regresará para dominar, otra vez, a los americanos. Ayudó también para que los gringos se apoderaran del continente americano.  Por eso,  hay razones para que, en Washington, New York, Los Angeles y en todos lugares  que antes fueron México, se festeje con miles y miles de toneladas de guacamole.

Y en el  10 de  mayo, lo más nos dolió, es que ese virus, intentó alejarnos de nuestras madrecitas, a las que muchos, fueron a visitar, sin sana distancia, a sus casas, demostrando que el miedo de cualquier tipo, es con mucho, insignificante ante el amor que se tiene por una madre.  Aunque, varios, solo se acuerdan de ella, ese día, precisamente ese día, y le caen en su cantón, para gorrearle el mole que con mucho cariño, mamá siempre dispone para esperar a sus hijos..

Del día del maestro, hasta vergüenza da platicar sobre esa celebración que realizábamos, antes, cuando había respeto al oficio y gratitud, al menos por soportarnos en la escuela.  Hace años, que este día ha dejado de ser un día de agradecimientos.  Ya ninguno, o casi nadie, les lleva la cajita de galletas o el lapicero o el pañuelo que, antes, expresaba, un tímido gracias, o un mensaje de, me ayuda, no?, para pasar de año.

Le echamos la culpa a las prisas de esta sociedad líquida, al cambio radical en el reconocimiento y la medida de nuestras gratitudes,que muchos piensan ya no se necesitan… porque para muchos chavos, el maestro es el celular que trae en la mano, o la maestra, la sabia televisión.

Con todo, mayo, ya se nos fue de las tradiciones. Espero no de los reconocimiento,  porque el trabajador, el soldado, la madre, el maestro, siguen siendo instituciones que, a pesar de las redes, seguirán mostrando caminos y nos aseguran, los recorramos juntos, para no regarla.

Maldito bicho… extraño el mayo en el que crecí y tener que soportarlo encerrado.  Ya vendrán tiempos mejores, no se, si fiestas mejores…