A veces estamos, sin querer, frente a remordimientos de conciencia que pudieran no resolver el problema que los origina.
A veces solo es un espíritu aventurero de solidaridad, que tampoco soluciona nada.
En el caso actual de nuestros paisanos que emigraron a Estados Unidos, hay dos condiciones especiales que hacen mas difícil entender el problema. Primero están en casa ajena y esa tiene sus propias reglas y segundo, no hay razones reales para regresar acá, con todo lo que nos duela.
No creo que se haya hecho lo suficiente para poder cambiar las realidades que los expulsaron y lo que es peor no creo que se pueda hacer lo suficiente. Los estadistas mañosos dirían son problemas estructurales que aún merecerían un largo plazo para modificarse, eso, si hubiera voluntad, que no la hay.
Es cierto nos enoja el Señor Trump pero él está en su papel, les está cumpliendo a una buena parte de los electores que votaron para que fuera presidente. En sus prioridades están esta y la de generar los empleos que según ellos, les han arrebatado los migrantes de todas las nacionalidades, en especial los mexicanos, solo por una razón de cercanía, lo que les permite integrar quizá el grupo mayoritario.
El muro, no es, algo difícil de entender en la mentalidad del señor Trump, es una protección que, ahora cándidamente nos quiere hacer entender en dos sentidos, uno, para evitar que sigan llegando más mexicanos a su país y otra, para proteger a los propios mexicanos de un ilegal e inmoral tráfico de armamentos y capitales.
Ninguna de las dos expresiones podría satisfacernos, menos ahora, que, las deportaciones continúan, como siempre las ha habido, solo con una saña que reta la paciencia y hiere la dignidad nacional.
No habrá cambios en el pensamiento de ese señor.
Me temo que tampoco habría mucho margen para cambiar acá. Por eso la preocupación de todos sobre el que hacer en caso de que regresen a muchos.
No veo en el gobierno nuestro un plan claro y posible. No veo, en las buenas intenciones de cada uno de los mexicanos una alternativa de respuesta a las dificultades que allá y acá tendrían que soportar los paisanos migrantes, a su regreso.
Tampoco acudiría a la esperanza y menos a los milagros.
Solo que, a corto plazo, que es el espacio que ha elegido el señor Trump, no tenemos soluciones de amplio espectro. Sé que eso podría dolernos a todos, en especial a mí, que tengo al menos 60 familiares directos viviendo del otro lado de la frontera y del casi seguro complemento de muro, que, en el coraje, olvidamos ya está construido al menos en parte.
Bien haríamos todos en pensar que eso podría haber sucedido algún día y que si vuelve a ocurrir no debiera agarrarnos desprevenidos, como ahora, sumidos en el letargo de que, sin decirlo, sin entenderlo, el que nuestros paisanos se hayan ido a correr la aventura, ofrece, al menos un margen mayor de maniobra para los que nos quedamos.
Cosas de la vida real.





