Desde el mes de agosto caminamos por las calles y observamos en algunos sitios los colores patrios; la gente siente la necesidad de mostrar una bandera que le enorgullece el corazón, de vestir en colores que le representan; ese verde, blanco y rojo que desde pequeños recordamos y que para todo mexicano tiene un significado de valor, fuerza y en especial de amor por nuestro país.

Se preparan las fiestas mexicanas y lo vemos reflejado hasta en los colores de los platillos que saboreamos. ¿Cuál es la razón de esto? ¿Por qué la gente ha dejado marcado estos tintes dentro de algo tan sencillo como la comida?

Este puede ser el inició de una gran historia, una que nos habla de nuestro pasado, un pasado que sentimos tan cercano, que lo atesoramos para recordar nuestra mexicanidad.

Por años, la gastronomía ha sido parte fundamental de las culturas; en un platillo se pueden reconocer diversas cosas: su origen, clima, lugar donde se cosecharon o criaron los insumos, costumbres, el intercambio de productos y muchas cosas más.

Es por eso que los platillos son tan importantes; desde el paladar, traen recuerdos que todos queremos acercar a nuestro presente, son parte de nuestro pasado y nuestra historia.

Muchos sabemos la importancia del chile en nogada en nuestro estado, pero ¿cuál es el motivo? La respuesta se encuentra en la esencia de su creación. La historia cuenta que las monjas del ex convento de Santa Mónica, en Puebla, fueron las creadoras del platillo, buscaron plasmar los colores de la bandera del ejército que acababa de ganar la Independencia de nuestro querido México, y lo lograron.

El verde se encuentra representado en el perejil, el blanco en la crema de la nuez de castilla (la nogada) y el rojo en los gajos de la granada; esta es una de las versiones más conocida por todos nosotros; sin embargo, ¿que más nos puede decir este manjar?

Nos habla de algo crucial de nuestras raíces: “El mestizaje”, el chile en nogada es uno de los platillos más conocido y representativo de nuestro país, nos demuestra la combinación de ingredientes y tradiciones que hemos tenido a razón de La Conquista.

El chile poblano es mexicano, original de nuestras tierras; la carne, la crema y la grasa animal que se ocupa para su preparación viene del continente europeo; la granada es un producto del Mediterráneo, el perejil es naturalizado en Europa muy utilizado dentro de la gastronomía francesa, la nuez de castilla cuyo origen data del Medio Oriente, el plátano macho de las islas canarias; todo esto, lo que nos demuestra es que somos una mezcla de culturas complementarias.

El famoso platillo poblano, chile en nogada, que desde agosto degustamos nos recuerda que una cultura entre más diversa, más valiosa, más apreciada y más arraigada.

Este platillo forma parte de nuestros orígenes y debemos estar orgullosos de él, pues cuando lo mencionan en cualquier latitud del mundo, lo asocian de inmediato con nuestra Puebla preciosa, la Puebla que corre por nuestras venas, que nos impulsa desde el corazón y que guardamos celosamente en la memoria.