Tlatlauquitepec, orgullo natural de la Sierra Nororiente de Puebla, ha sido desde tiempos remotos un rincón privilegiado que conjuga la riqueza de su entorno con la calidez de su gente. Por ello, no es casual que se le conozca cariñosamente como “El Jardín de la Sierra”.
Este apelativo surge como un reconocimiento a la exuberante vegetación que cubre sus montañas, bosques y valles, un verdadero mosaico de vida que cautiva a propios y visitantes. Su clima templado y fresco, característico de la región, favorece el crecimiento de una gran diversidad de flora, desde imponentes árboles hasta delicadas flores silvestres que pintan el paisaje con múltiples colores.
Los ríos y cascadas que atraviesan el territorio añaden un toque de frescura y movimiento, completando un cuadro natural que invita al sosiego y la contemplación. Pero también a la aventura en sus senderos para descubrir la megrdtuosa flora, admirar tuberosas y tigrillos.
Así, Tlatlauquitepec se erige como un verdadero refugio donde la naturaleza y la historia se entrelazan. “El Jardín de la Sierra” no es solo un título, sino una evocación poética que celebra la armonía perfecta entre el hombre y su paisaje, un legado que continúa floreciendo con orgullo en el corazón de Puebla.




