El rumor se ha profesionalizado finalmente.  Las tecnologías digitales y los modelos de comunicación política han logrado que pase de la clandestinidad al sitial de honor en el debate público de una sociedad cada vez más ligera, menos reflexiva que digiere, absorbe cualquier cosa que se diga en el face, el twitter, etc.

Los rumores son ahora verdades respetables, creíbles, los digan quienes los digan, por el simple hecho de que están en las redes sociales. No importa la calidad del contenido, lo que interesa es el impacto que logre en quienes lo leen, lo escuchan, lo ven.

Hace muchos años, mi maestro de Teoría Económica nos había aleccionado sobre el concepto económico de VEROSIMILITUD, algo que parece real, pero no lo es. Lo más importante es que la gente cree que es verdad.

Ese concepto ha traspasado la ciencia y se ha instalado en todo tipo de expresiones orales o escritas. Constituye la REALIDAD VIRTUAL.  Realidad porque su existencia es concreta, se ve, se lee, se oye, se siente. Virtual porque es posible que llegue a ser una verdad plena.

Pero el mundo de la realidad virtual no es real por más que tecnológicamente se diseñe y opere y lo parezca.

Sin embargo con eso nos conformamos.

Es posible que en su ya prolongada angustia y desesperación por las condiciones reales en las que la población vive, encuentre una salida en lo artificial, en lo ideal, en lo que ayude a maquillar la realidad, la disimule o la acomode a nuestros gustos.  En ese mundo en el cual, los superares son posibles, o aquel viejo mundo, donde las hadas madrinas con su varita mágica cambiaban todo lo mal y amargo en bueno y dulce.

Pero en el mundo actual donde se vive solo con prisas, no hay hadas madrinas, has redes sociales y en ellas todo puede ser, todo puede caber, todo puede impactar.  Lo que ahí se escribe, por el solo hecho de escribirse ahí, ya es verdad y además creíble.

Las redes sociales por eso, pueden causar daños colaterales irreversibles y al caer en manos de gente oportunista, más.

Los nuevos líderes sociales saben que esas prisas, esa verosimilitud, esa realidad virtual, ayuda a creer cierto lo que habitualmente no lo es.  Pero es deseable.

Por eso quienes aprendieron a utilizar la comunicación actual, saben que deben decir a las personas no lo que es, sino lo que quieren que sea, lo que esperan que sea, lo que desean que sea, lo que le piden a Dios que sea.

Y si hacen eso, entonces la gente los sigue.  Primero se hacen tendencia, luego virales y finalmente, trendig topics, un asunto del cual todo hablan y la mayoría lo cree cierto.

Cuando el discurso, el escrito, las imágenes revelan lo que uno quiere ser, entonces se convierte en una post-verdad que al repetirse muchas veces se asume como real, aunque no lo es.

El lenguaje de la post-verdad es el que ahora utilizan los comunicadores y los líderes políticos, sociales ó económicos. Se trata de emocionar, seducir y no convencer con razones.

Al decirle a la gente, lo que le gustaría escuchar, lo que les gustaría fuera verdad, entonces se sella el pacto de adhesión y en materia de elecciones, del voto.

Así ganó el presidente Trump.   Así los líderes británicos convencieron a la mayoría de que Gran Bretaña saliera de la Comunidad Europea, etc. etc.  Las últimas decisiones políticas en el mundo que no se entienden, si no se sabe que se produjeron en lenguajes de post-verdad.

Es algo que en el siglo pasado era principio de mercadotecnia.. Una mentira al repetirse muchas veces tiende a creerse verdadera.

Quienes basan en el lenguaje de la post-verdad sus mensajes, acciones y compromisos tienen más posibilidades de que la gente los siga, los haga causa y movimiento.

Pero insisto, no son verdad, son la proyección de nuestros sueños, de nuestras incapacidades, hechas discurso, imágenes que nos llegan más adelante de la verdad en que vivimos, a una verdad utópica, de ensueño, a la que, en el subconsciente todos queremos arribar.

Por eso abusan de nuestros sueños.  Los manipulan y arriban al poder, para que, finalmente, sea la verdad real, la verdad verdadera la que nos saque de esas ilusiones que solo en la mente forjamos por las emociones que en que esas falsedades nos entramparon.