Entender la realidad es diferente a percibirla o a desearla.   Los políticos siempre juegan con estas posibilidades y nos ofrecen la realidad que se desea. Si coinciden o empatan con lo que entendemos los electores se produce el voto y ganan, aunque después ni recuerden a los electores.

En política siempre habrá objetivos y metas a conseguir.  La realidad es terca y en ninguna nación se puede decir que todo lo han conseguido. El político que entienda esto y sus expresiones emocionales mas visibles, podría conseguir más votos.

Por eso, la política de hoy, se basa en el enojo de la gente, ante el prolongado fracaso de ancianos  y simbólicos partidos que no han podido resolver viejísimos e importantísimos problemas de las familias.  Se nutre de otro enojo adicional, la corrupción y la impunidad, hechos que ya no son casuales ni eventuales, se han convertido en algo normal en el gobierno y a los cuales las familias achacan la falta de interés real y de recursos financieros para resolver sus problemas, por último, añadiría que se ha gestado un espíritu de insurrección que aleja a los electores de todos los métodos de pedir, exigir y esperar, algo que durante muchos años, (más  88 años en el caso del PRI, más de 78 en el caso del PAN, 31 en el VERDE, 28 en el PRD, 25 en el PT.) no han podido conseguir.  O en el caso de los más jóvenes cuya poca experiencia no les da para resolver problemas centrales ( PANAL 12 años, MOVIMIENTO CIUDADANO 7, MORENA Y PES con sus 3 años), porque todos son miembros de la “mafia del poder” y todos, disculpen, no es mi culpa, todos han nacido del PRI o de priistas. Pecado original diría la santa madre Iglesia.

En otros países los candidatos nuevos, ajenos a las tradicionales familias del poder, han ido ganando, porque inflaman el rencor de la gente contra los viejos políticos que se han llevado todo y a las familias no les han dado nada.

El beneficio de los candidatos nuevos no es por su recién ingreso, es porque, entienden lo que los electores quieren que entiendan:  No quieren a los políticos de siempre, pero al mismo tiempo no tienen nuevos en quien depositar su esperanza y que éstos no les resulten como los antiguos.

LOS ROJOS

En Teziutlán son los peor ubicados, no entienden que la gente no está de acuerdo con el gobierno federal y que ya van dos elecciones que han perdido. Todo indica que no están trabajando políticamente para ampliar su militancia que está totalmente disminuida. Les convendrían nuevos políticos para ver si pueden ser candidatos nuevos, diferentes a los de siempre y ofrecer a los electores nuevos espacios de confianza y esperanza. No hay nombres por el momento.

LOS AZULES

El ejercer el poder y la representación popular desgastan, solo por pasar el calendario.  El reto para ellos es cómo capitalizar la inconformidad natural de las familias que siempre acompañan a todo gobierno o diputación y al mismo tiempo aceptar los juicios populares y autopostular estrategias de corrección y superación.  La obra pública es un gran patrimonio que podría ser capitalizado mejor si saben respetar la expresión de los vecinos aun con juicios adversos y comprometer metas posibles antes que  personas, así les será más fácil la victoria.

LOS MORENOS

MORENA aparece como el partido de la salvación, su publicidad desde hace meses, así lo presenta y va ganando espacios porque es el único partido que opera cotidianamente y busca aliados y estructura.  Sus riesgos mayores son,  no importar, o comprar, políticos del PRI o del PAN, porque contaminaran su imagen y la harían  aparecer, justo al empezar la próxima campaña como, uno “mas de lo mismo”.

Su único aspirante visible a la presidencia municipal , el químico PEPE BELLO, pudiera encontrar un espacio de credibilidad, si deja de recibir los entrenamientos y consejos que los distinguidos dueños del PRI teziuteco le dan y si entiende que su papel no es ganar una presidencia para los priistas que por su propio partido no podrán ganar. Para confiar en él, los electores teziutecos le pedirán mostrar independencia, fortaleza, valor e inteligencia y saber vencer al miedo en que se sustentan sus principales oponentes.