En el arca abierta, hasta el mas justo peca, dice la sagrada escritura y dice bien.

El poder se hizo para usarse.  Quien gobierno piensa tiene el derecho de acomodar la realidad real en la que vive a su conveniencia.

Se ha presentado el tercer proyecto de redistribución electoral federal para el estado de Puebla.  Debo decirle que ninguno merecerá o recibirá la aprobación o satisfacción total de los partidos políticos.  De los electores ni hablamos.  Nadie pide su opinión.

Seguimos creyendo que los partidos representan a la ciudadanía y eso, en este año, en estas condiciones políticas del país y con diferentes tipos de alejamiento, divorcio y hasta peleas, ningún partido representa a los ciudadanos.

Pero en el juego de la ley, con que los partidos digan que sí, estamos del otro lado.

Teziutlán, en este proyecto, que aún no se sabe si se autorice o no, reagrupará a 14 municipios con un poco mas de 390 mil electores.  Los indicadores están acordes con la legislación que establece los criterios para asignar territorialmente un diputado federal.

Si embargo, en esto de la política nada es casual, nada es improvisado.  Por el contrario, un enorme contenido de perversión acompaña siempre, a todas las decisiones de carácter electoral, que se toman en esta nación y su pecado original es siempre, que las decisiones las toman los partidos reconocidos por la ley, los cuales se distribuyen todo de acuerdo a una ley del tanto, nunca en igualdad, pues los partidos no son iguales, ya que, en teoría representan a una porción del electorado y el único indicado posible es la ultima votación obtenida, lo que le da el peso, el valor de “representación popular” y por lo tanto la cuota de distribución de los bienes distribuirles, en cada caso.

Ninguna elección repite reglas.   Hasta ahora así ha sido, todas son inéditas, a lo mejor para que los vicios o mañas de un partido no se sedentaricen y se hagan norma.

Acuérdese una campaña política es un juego de mañas.

Esta redistribución obedece legalmente, al aumento de la población en derecho de votar y a que siempre la misma población, por necesidades de trabajo o de familia, migran y no se están quietas, hacen que crezca la población votante en cada municipio y con ello, de cuando en cuando, pues hay que redistritar.

La última redistribución federal la hizo el gobierno federal panista.   Por eso, ahora que hay un gobierno federal priista, pues hay que cambiarla.  Ahí está la maña.

Llama la atención que para los ingenieros electorales haya pasado desapercibido, reunir en este distrito a una cantidad grande de municipios medianos:  Teziutlán, Zacapoaxtla, Tlatlauquitepec, Cuetzalan y Hueytamalco.  En razón de cantidad, no habría problema y la decisión debería ser solo numérica.

Sin embargo no lo es. El distrito de Teziutlán actualmente es azul,  Zacapoaxtla, Cuetzalan,  Tlatlauquitepec, Hueytamalco son azules.   Pero en en ellos se ha dejado ver un enorme fantasma rojo, no así el caso de Teziutlán, donde la doctora Corona no tendría problema para ganar.

Atempan, Hueyapan, Zaragoza, son municipios rojos y con ello, cabría la especulación de pensar que los ingenieros electorales están buscando un equilibrio, de tal manera que de azul, azul, el distrito electoral federal pudiera pasar a ser rojo, en un descuido.  Y en los tres municipios Zacapoaxtla, Tlatlauquitepec y Cuetzalan no es fácil pensar azul.

Esperemos a ver si así queda.  Pero aprendamos por hoy, que las redistritaciones, ni son ingenuas, ni numéricas, siempre hay algo de interés, insano para los partidos, que no dejaran de entenderlo y acomodarse  e inconveniente siempre para los electores que nadie considera.