Reestructurar significa reacomodar.
Negativamente alguien podría decir que solo son parches a una estructura que cambia en poco, o algo no importante.
Pero en organizaciones y estructuras que atienden asuntos de personas, nunca se podrá suplir o substituir.
Un partido político es eso y por lo tanto todo lo que se realiza para mejorar y multiplicar las condiciones de cumplir objetivos tiene que representar necesariamente oportunidades de éxito.
Un partido antiguo, tiene en primer lugar, una militancia antigua.
Rotar personal encargado de funciones estratégicamente importantes puede ser una medida parcialmente exitosa.
Es cierto los más antiguos representan experiencia, lealtad, pero pueden desconocer la realidad actual en el sentir y pensar humanos.
Una reestructuración que encomienda a antiguos, tiene también el riesgo de reacomodar a la antigua y pudiera no ser la clave para mejorar el funcionamiento de un partido político.
Lo importante es, al reestructurar fijar el objetivo central de esa reestructuración.
Se puede reestructurar para asegurar el control y las líneas de mando a cargo de grupos, necesariamente antiguos
O se puede reestructurar para incluir nuevos grupos, aunque el riesgo de perder las líneas de mando pudiera acrecentarse.
Reestructurar los comités municipales, reestructurar los comités regionales o sectoriales exige, una mezcla inteligente de ambas condiciones.
Los nuevos “secretarios regionales” del PRI, con sus delegados municipales correspondientes, responden al primer objetivo.
Para ser eficiente en el ejercicio del poder y para seguir manteniéndolo en sus manos, el PRI, recurre a sus cuadros antiguos, expertos, leales, pero también reproductores de antiguos vicios que pudieran poner en riesgo la inclusión de nuevos grupos.
No es fácil escoger entre los dos objetivos.
La antigüedad, buscará la antigüedad.
La lealtad, buscará la lealtad comprobada y permanente.
La experiencia, buscará la experiencia en niveles inferiores.
Clásico, los nuevos secretarios regionales y sus delegados municipales, recurrirán a los lidarzgos antiguos, leales y experimentados y éstos aprovecharan para “orientar” la reestructuración para que no pierdan el control político de esa región ni pongan en riesgo sus líneas de mando.
Pero, es difícil abran la puerta a nuevos grupos y les concedan espacios de dirección y mando.
Por eso un partido político se hace más rápidamente obsoleto, antiguo, aunque leal y experto a las órdenes del mando superior.
Una reestructuración en los comités municipales, regionales o sectoriales debe obedecer a la circunstancia que vive el partido político.
Es de sentido común que al PRI le urge no reacomodar estructuras antiguas, leales y expertas, sino, en obediencia al tiempo y a sus deterioros, substituir esas antiguas, leales y expertas estructuras, por nuevos grupos, con nuevas ideas, mejores condiciones para competir y con el hambre propia de alguien que busca ganar algo y no el conformismo y el temor de la de alguien que busca no perder algo.
El PRI no está para reproducirse en su antigüedad, lealtad y experiencia.
Al PRI le urgen nuevos grupos que compensen los huecos de los grupos que en los últimos 6 años se le fueron y le hicieron perder ya, 5 elecciones al hilo, condenándolo al segundo lugar.
Abrir las puertas y conservarlas abiertas es un imperativo para ganar, pero sobre todo para poder permanecer en la contienda.
Los priístas merecen esa oportunidad.




