Han transcurrido ochenta y un años, desde que los Hermanos Generales Teziutecos Ávila Camacho, arribaron a lo más alto de la escena política y militar de la nación.

Después de varios años de ascenso continuo en las escalinatas del poder, en 1936, con la llegada de Manuel Ávila Camacho a la Secretaría de Guerra del General Lázaro Cárdenas y con la elección a Gobernador de Maximino al año siguiente, inició lo que sin duda fue una de las etapas más prósperas para Teziutlán, para la región de municipios aledaños y para el Estado de Puebla.

De pronto el país entero volcó su mirada en nuestra ciudad y se volvió frecuente ver en Teziutlán a personalidades que hoy forman parte de la historia.

Mi abuelo solía contarme de cuando formó parte de la primera generación de sexto de primaria y estuvo presente en la ceremonia de inauguración del Colegio Ávila Castillo, a cargo del mismísimo Tata Cárdenas o de cuando a lo lejos veía al presidente Manuel en el baile de la feria, que tenía lugar en el Hotel Virreinal.

Por otro lado, en un ejercicio imaginario, puedo ver a Maximino en su rancho El Encanto, con el General Gonzalo N. Santos “El alazán tostado”, discutiendo sobre los límites de sus cacicazgos, seduciendo a alguna actriz de cine o simplemente departiendo con Agustín Lara y Toña la Negra.

A partir del inicio de dicha era en 1936 y durante el lapso de tiempo que duró la gobernatura de Maximino, la presidencia de Manuel y hasta la gobernatura de Rafael, no transcurrieron más de veintiún años en total.

Sin embargo, los efectos del Avilacamachismo, de forma directa, duraron hasta inicios de los setenta y generó fortunas que existen aún en la actualidad.

Hay dos claros ejemplos al respecto. En lo político, Gustavo Díaz Ordaz, quien se inició como Presidente de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje en la administración de Maximino y terminó siendo presidente de la república de 1964 a 1970. En lo empresarial, las fortunas de William O Jenkins, (principal socio y testaferro de Maximino), Rómulo O´farril (socio de Televisa), Gabriel Alarcón (empresario y abuelo del hoy Senador Javier Lozano) y Manuel Espinosa Yglesias (Director General y accionista mayoritario de Bancomer), entre otros, a quienes se les conocía como “Grupo Puebla”, el cual, en algún punto, fue considerado de mayor importancia que el de los industriales “Grupo Monterrey”.

Hoy, el teziuteco más encumbrado en la administración pública, es el director de Telecom-Telégrafos, quien ha mantenido escaso arraigo a la región, con la salvedad de haber sido un ineficaz diputado federal en la LXI Legislatura (o al menos ineficaz para su distrito).

Y aunque en lo empresarial contamos con personajes destacados, lo cierto es que nos hemos rezagado en el semillero del plano político y son contadas (si no es que nulas), las personalidades oriundas de la región, que figuran en el escalafón estatal y nacional.

Sin embargo, hay que recordar que los Generales Ávila Camacho, salvo Rafael, iniciaron su ascendiente carrera a partir de la revolución mexicana y me parece que, los comicios electorales que se avecinan en 2018, por su complejidad, podrán hacer las veces de revolución, para jóvenes políticos de la Sierra Norte, que estén atentos a las oportunidades que el destino les presente.

De ser así, puede ser que se avecinen nuevos tiempos de prosperidad para la región y los suyos.