Don Eleuterio Ponce Parra, mejor conocido como Tello, es uno de los guardianes del sabor tradicional en la región. Desde Zaragoza, donde ha vivido por muchos años, sigue preparando la barbacoa que aprendió a hacer de su abuelita Jobita Lara Hernández y su mamá, la señora Guillermina Parra Lara, ambas originarias de Tlatlauquitepec.

La receta no viene de libros ni de moda, viene de la familia. Es parte de una tradición que suma ya más de 60 años, con presencia constante en algunas plazas de la región.

Tello comenzó trabajando en otros oficios. Fue parte de los extintos Teziutecos y tuvo una temporada en el VÍA, pero la cocina siempre estuvo presente. Durante muchos años, vendió barbacoa junto a su hermano Guillermo, a quien todos llamaban con cariño don Memo. Juntos formaron una dupla que dejó huella entre los conocedores del buen comer.

La barbacoa de la familia Ponce es reconocida por su sabor auténtico, por el cuidado con el que se prepara y por mantenerse fiel a la técnica tradicional. Cocida a fuego lento, envuelta en pencas, suave, jugosa y con ese sabor que solo da la experiencia, es un platillo que no necesita presentación. Los que la han probado, vuelven. Y los que la recuerdan, la recomiendan.

Hoy, Tello sigue con esa tradición, manteniéndola viva con cada jornada de plaza. En un entorno donde muchas veces se pierde lo artesanal, su trabajo representa una resistencia sabrosa, un homenaje a sus raíces y a quienes le enseñaron que el sazón también es una forma de contar la historia.

Porque en cada kilo de barbacoa que prepara, hay algo más que carne: hay memoria, identidad y el esfuerzo de toda una familia.