Ninguno es indispensable. Crecí y aprendí a pensar con este paradigma que en realidad es el único que nos iguala a todos. Todos somos necesarios y cada uno tiene un lugar en el esfuerzo común, pero todos somos substituibles.

Pensar así nos aleja de la frivolidad y de la vanidad.

El PRI, en estos días, se enfrenta por tercera vez a este dilema. No fueron suficientes las dos anteriores en las cuales tuvo que entregar la Presidencia de la República.

No hubo un nuevo PRI. No hubo tiempo de aprender ó el último acuerdo fue efímero y de suyo solo duraría 6 años. Lo cierto es que el PRI, está a punto para entregar, por tercera vez el mando nacional.

40 años milité en ese partido y ahora, en caminos diferentes, veo, leo, pienso que de todas maneras es injusta esta circunstancia, aunque recuerdo que, la coyuntura no es mágica ni totalmente espontánea. Son nuestros actos los que le dan forma, ritmo, velocidad y destino.

Hace dos años, supuse que MEADE sería el candidato del PRI a la Presidencia de la República, hace unos meses sostuve que él sería quien la ganaría. Ahora no tengo argumentos y parece que sobran razones para pensar lo contrario.

Cómo una circunstancia política puede producir resultados diferentes en tan corto plazo?

Una hipótesis personal con la cual he trabajado en los últimos 16 años, sostiene que, el PRI, durante más de 18 años, no construyó las decisiones necesarias para que el país dispusiera el régimen de propiedad y la infraestructura económica competitiva con los intereses del capital internacional y se integrara al sistema económico mundial de una sociedad abierta, tan abierta que ha dejado el ser nacional como célula de organización. Por eso, se abrieron las condiciones para que entrara el PAN, que en doce años tampoco las realizó.

El regreso del PRI fue, ahora lo sabemos, solo para que implementara esas reformas, que ponen al sistema económico nacional a tono con las exigencias de la competitividad internacional, que hacen que los inversionistas extranjeros que también votan acá adentro, estuvieran satisfechos y se la jugaran con nuestra economía.

Pero algo no fue calculado, al menos con la dimensión de su realidad real y nunca faltará alguien que entienda eso, como el mejor nicho de oportunidad para recordar a todos, los pendientes sociales, los que más duelen, enojan y expresan pobreza, miseria, impotencia y desigualdad y engendran coraje que, con buenos discursos, caminan hacia el odio.

Y ahí están las consecuencias. Llevando de la mano a muchos mexicanos y mexicanas hacia el odio, otro partido, se encamina a la presidencia de la república y de paso, sepulta al viejo partido hegemónico que cumplió sus compromisos con el mundo, pero olvidó atender los de adentro.

El PRI se va, otra vez y creo para siempre.

Dirán que no hay organización ni liderazgo que dure para siempre y es cierto, pero también coincidirán conmigo en que, la substitución conlleva riesgos a lo mejor mayores y más peligrosos que los males que pretende corregir.

Sin embargo, si el PRI es substituible, Meade no debe ser substituido.

Por otra parte, los cambios de hoy en su dirigencia nacional no serán ni oportunos ni suficientes, por lo tanto, ineficientes, impertinentes, tanto para el éxito en la campaña electoral como para garantizar la sobrevivencia de su organización política.

El PRI está otra vez frente al espejo de la realidad nacional que a lo mejor modificó en sus capacidades para darnos mejor trabajo y mejor comida en el largo plazo, pero que no supo vender ante la necesidad de las urgencias del corto plazo en las cuales siempre viven quienes, aún se debaten entre la pobreza y la impotencia.

Y ya ven, 18 años le costó al PRI intentar, otra vez, arraigarse como eje indispensable en la vida nacional, los mismos 18 años que le han costado a su principal adversario, para expulsarlo.

Hay mucho que aprender. Todos los actores políticos debemos ponernos a estudiar y aprender a entender de otras maneras esta sociedad del hartazgo.