“Mater et magistra”, madre y maestra, la iglesia católica, funda prácticas políticas para el acceso al poder público, que en nada disimulan y ocultan su injerencia en la lucha por el poder público, que aunque no se quiere reconocer realiza, muchas veces directamente.

Tres han sido las guerras que el gobierno formal ha confrontado con la iglesia católica mexicana en los últimos 100 años. Las tres encuentra raíz histórica, ideológica y legal en la solución de la lucha por la independencia, que acepto que algunos “conservaran” sus bienes e influencias y otros se adoptaran partidarios de las libertades. Liberales y Conservadores, bajo diferentes denominaciones dan marco, a las Reformas Juaristas, a la Revolución de 1910 y a las modificaciones tímidas pero reales de la democracia vigente.

La Cristiada, de los años 30’s, la segunda cristiada de la etapa Cardenista y la prohibición al ejercicio de sus derechos políticos a los ministros de la iglesia. En las tres, la Iglesia Católica Mexicana se alzó victoriosa. Sea la prudencia de los hombres del gobierno, sea la razón histórica, o el espíritu de conciliación entre quienes, para bien o para mal, orientan, conducen o manipulan a los ciudadanos y sus familias.

De las tres, la última batalla ha sido la más larga, desde 1860 hasta 1988, 120 años promedio, para que los sacerdotes recuperaran sus derechos a votar y ser votados, para salir a la calle a realizar culto público, todo lo que no habrían podido realizar hasta el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

La victoria, no obstante, no es completa. Aún para ser votados, los sacerdotes tendrían que renunciar 5 años antes a su ministerio. A pesar de salir a la calle a realizar culto público, no pueden utilizarlo para hacer proselitismo político. A pesar de poder votar, los sacerdotes no pueden asociarse con fines políticos, ni pueden criticar las leyes, las instituciones públicas ni ofender a los símbolos patrios.

Algo es mucho, 120 años, no se entienden ni fácil ni rápido. La lucha de los ministros de la iglesia católica no ha terminado, su principal victoria es un espíritu de tolerancia que genera la sociedad entera.