La violencia en las carreteras de Puebla se ha vuelto un problema diario para los transportistas. Tramos como la Puebla-Orizaba, Puebla-Teziutlán y Puebla-México, tanto en vías federales como de cuota, son escenarios frecuentes de asaltos, robos y agresiones que ponen en riesgo la vida de los conductores y provocan enormes pérdidas económicas.

Muchos operadores relatan cómo son interceptados por grupos armados que los obligan a detenerse con bloqueos improvisados o incluso con disparos. Una vez detenidos, los despojan de la unidad, la carga y en algunos casos son privados de la libertad por algunas horas. Hay quienes han salido ilesos, pero también casos en los que los choferes resultan heridos o desaparecen.

A pesar de las denuncias, la presencia de patrullas es insuficiente o llega demasiado tarde. Los delincuentes conocen los puntos más vulnerables y operan con total libertad, sabiendo que difícilmente serán detenidos. Esto ha provocado que algunas empresas modifiquen sus rutas, cambien horarios o simplemente dejen de enviar unidades por ciertos caminos.

El sector transportista ha pedido en múltiples ocasiones una estrategia efectiva de seguridad, pero las respuestas de las autoridades no han logrado frenar la ola de violencia. Mientras tanto, quienes viven del volante siguen saliendo a trabajar sin certeza de que volverán a casa, cruzando carreteras donde la ley parece no existir.