El 7 de octubre de 1994, México alcanzó uno de sus momentos más memorables en la historia tecnológica con el lanzamiento del satélite Solidaridad II desde el Centro Espacial de Kourou, en la Guayana Francesa, a bordo de un cohete Ariane 4. Fabricado por Hughes Aircraft Company para la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, este satélite simbolizó un sueño nacional: conectar cada rincón del país y llevar la voz mexicana más allá de sus fronteras. Orbitó en la órbita geoestacionaria, dentro del llamado cinturón de Clarke, a unos 36 mil kilómetros sobre el ecuador terrestre, donde permaneció estable observando al mismo punto del planeta.
Con sus transpondedores en bandas C, Ku y L, el Solidaridad II brindó servicios de comunicación, televisión y telefonía a México, Centroamérica, el Caribe y parte de Estados Unidos. Su vida útil, prevista para 14 años, se extendió gracias a su eficiente operación hasta 2013, cuando finalmente dejó de funcionar tras casi dos décadas en servicio. Aquella jornada de 1994 no solo marcó un avance tecnológico, sino también un acto de esperanza y orgullo: el día en que México, literalmente, puso su nombre entre las estrellas.




