Muchos pensarán que con la detención del señor Duarte, el de Veracruz, terminaría el viacrucis que recorre el gobierno federal priista. Nada apunta que así, vaya a ocurrir.

Corrupción e impunidad son dos asignaturas pendientes aún por resolver. Nadie puede creer que la captura de políticos prófugos de la ley, sea razón de cerrar un ciclo en la historia nacional. Pesa más, o debería significar más, la escuela de procedimientos, visibles o no, que estos personajes han creado y que otros aprendices de políticos han aprendido.

Urge una cultura diferente, en la cual, todos los mexicanos, entendamos que es más simple y sencillo el camino directo en la solución de nuestras necesidades y que es más barato que andar consiguiendo amistades hechizas a modo, para evadir o eludir, caminos en la consecución de las condiciones que necesitamos para realizarnos.

Necesitamos también una nueva cultura de la individualidad que nos impida caer en eso que la gente dice: “mal de muchos…” o “así es en México” o “el que no tranza, no avanza”.

No son, a mi parecer, las penalidades, la vía segura para acabar la corrupción. Todos nos vamos por el lado del castigo que impida la impunidad para que esta no se convierta en ejemplo de que no pasa nada.

En la experiencia corrupcional mexicana, este padecimiento ha ido superando niveles y ascenso. Muchos años fueron los presidentes municipales sinónimo de este mal, ahora lo son los gobernadores y pronto los del poder federal.
Esto no indica que quienes hacían malos manejos de la confianza ciudadana, no fueran ni gobernadores ni presidentes de la república, significa que ahora, los electores han ido perdiendo el miedo para señalarles sus errores. Antes ni en sueños era posible pensar en en enjuiciar a un gobernador, menos un presidente de la república. Pero ahora todos sabemos que se puede, que se debe y que se necesita. Al menos la información mas rápida y compartible proveniente de otros países lo facilita.

Fíjese, en México, en los últimos años, 17 gobernadores han sido objeto de búsqueda, sospecha de malas conductas y algunos realmente encontrados en esas responsabilidades de corrupción y siguen fuera de la ley. Fugados, encarcelados o en entredicho, los gobernadores encarnan ahora el síndrome mas significativo de error social y político en la sociedad nacional.

Y todo porque en los 12 que gobernó el PAN al país, por primera vez en la historia la mayoría de gobernadores no tuvieron al durísimo presidente de la república como su jefe directo y se sintieron cuerpo, nivel, autónomo, independiente y hasta con permiso de la ley para hacer lo que su conciencia de “virrey” les permitía.

Fundaron una fraternidad que pensaron les permitiría discrecionalidad, irresponsabilidad y abusos de poder, porque hasta ese fatídico 2000 año de la primera alternancia política, al único que todos los políticos le tenían miedo era al presidente de la república en turno, por dos razones, primero, por la fuerza propia de un presidente nacional y segundo, porque su permiso, complacencia o complicidad se convertía en el mejor y mas seguro blindaje contra cualquier acción legal.

La mayoría de gobernadores, eran priistas y no encontraron en esos 12 años autoridad de juzgado en el presidente panista. Se creyeron libres y confiaron en su propia inteligencia, que ya ve, no fue mucha y no siempre eficiente. Lo mismo les pasó a los gobernadores panistas, cuando regresó el PRI a los Pinos

Fué esa fraternidad la que aprovechó Elba Esther Gordillo para operar a favor de Felipe Calderón en la legitimación de su triunfo electoral. El caso ha ido de mal en peor, porque al menos en los dos ejemplos más famosos, el problema fue exceso de confianza en un supuesto blindaje que les dio a los dos DUARTE, (el de Veracruz y el de Chihuahua) el haber cooperado con la campaña del actual presidente nacional.
Los gobernadores están en el ojo del huracán político y no es casual que ahora, en la más difícil de la circunstancias políticas, para ganar la gobernatura más simbólica e importante del país, el antídoto a usar sea del mismo nivel, entregar a la ley, algunos gobernadores corruptos a ver si con eso, los electores vuelven a confiar.
Pero como dicen acá en mi rancho… la mula no era arisca.