Sentada estaba la calaca, de un cigarro y tequila disfrutaba, en Mario Castro pensaba y pensaba, tomando fuerte la guadaña, de la iglesia sonó la campana y al presidente de Teteles se le manifestaba.

¡Presidente!, gritó muy fuerte la muerte, ¡tu velorio es inminente!, refirió la malora sonriente, aprieta fuerte los dientes, le robé a Neptuno el tridente y con este te daré hoy muerte.

Mario Castro de mil colores se puso, se llegó mi hora, en su mente supuso, le pediré a esta Gran Señora, que me haga la balona, ahorita me le escapo a esta pelona.

Bienvenida a Teteles sea usted, ¿a qué debemos el placer?, Mario no sabía qué hacer, pues no quería fenecer, sin antes ir a comer, lo esperaba su mujer y tamalitos le iba a hacer.

¿Creo qué sí te asustaste?, dijo la muerte al presidente, no te vayas a infartar, mejor me voy a sentar, tridente y guadaña aquí voy a recargar, contigo voy a platicar, pero deja de temblar.

Te estuve viendo desde allá, se ve que quieres trabajar, por eso permiso te voy a dar, vi que te pusiste a faenear y a los de vialidad en las mañanas vas a supervisar.

Te traje un regalo del más allá, esta es tu pala personal, no la vayas a guardar, pues mucho coraje me va a dar, que no le quieras usar, con esta arregla el muladar, que te dejó la anterior autoridad.

Finanzas claras quiero ver, el otro año voy a volver, no te vayas a sorprender, si las cosas no quieres hacer, te dieron chance esta vez, al pueblo no hay que desobedecer.

De mientras vente a comer, salsita con huevo encargué, se que te gusta desayunar, después de supervisar, a la policía municipal, a los de limpia y demás.

Acá mi guadaña está, tu alma se quiere llevar, pero la voy a frenar, mejor ponte a trabajar, el otro año Dios dirá, si te llevo al más allá, él la orden da, yo nomás soy la capataz.

Muchas gracias Señora mía, me llena de alegría, saber que no será hoy el día, en que le haga compañía, vamos a desayunar, mucha hambre tengo ya, los tamalitos de mi esposa, para otro día serán.