Vivimos en un Estado que por naturaleza es bello, enmarca y resalta el orgullo de ser poblanos, que durante años ha sido destino de millones de turistas que no solo visitan la Capital, sino que también llegan hasta nosotros, hasta nuestro municipios, que mágicos o no, los 217 que conforman Puebla, tienen algo que los hace especiales.

Desafortunadamente así como hay cosas bellas, también hay cosas “no tan agradables” y que, en lugar de sumar, restan y nos convierten en un Estado no tan seguro, incluso comparado con algunos del Norte o aquellos que siempre tuvieron la presencia de violencia e inseguridad de manera latente y hoy, podemos decir que, Puebla Capital y Estado tristemente se encuentran en esa lista.

Para quienes vivimos en este Pueblo Mágico o en algún otro de la región y que es vecino nuestro, sabemos que son lugares en donde “no pasaba nada”, en donde las calles parecían nuestra casa, pues la tranquilidad y la seguridad eran parte de nuestro vivir, incluso me atrevo a decir que, como mujer, podía caminar de noche sin compañía y llegar sana y salva a mi destino, pero lamentablemente, el fin de semana pasado descubrimos que toda esa tranquilidad, ha terminado.

Las mujeres, nos dimos cuenta que, vivir en un municipio pequeño no garantiza nada, que las calles ya no son seguras y tampoco son nuestras amigas, que las caras desconocidas ya no son solo alguien más, sino que pueden ser nuestros enemigos o nuestros asesinos, y es que no se trata de si vestimos con faldas cortas o largas, tampoco de si el escote es muy pronunciado, menos por nuestros atributos físicos, ni la manera en que bailamos, reímos o nos maquillamos, no se trata de nada, aunque pareciera ser que es solamente por ser mujer, ¿por qué? ¿por ser el sexo débil? ¿por ser independientes? ¿por caminar solas? ¿por nuestra manera de vestir? ¿por qué carajos entonces?

Hoy fui atacada verbalmente, lo cual lamento decir de esta manera, pero ya estoy acostumbrada a las miradas acosadoras de los hombres que me desnudan mientras camino, de los “arrimones” en el servicio público, de los chiflidos y demás, y no, no tengo un cuerpo ni una imagen espectacular, soy una mujer común que al igual que todas, está harta de la violencia hacia nuestro género, que camina con miedo y que día a día sale a la calle esperando no ser la siguiente de la lista de feminicidios.

¡Dejen de matarnos!