Zaragoza, Puebla. Diversas anomalías y falta de congruencia fueron las detonantes que revelaron el engaño de un adolescente de 16 años, de la Colonia Morelos, en el Municipio de Zaragoza, quien, con ayuda de un amigo, intentó extorsionar a su madre fingiendo ser secuestrado.

De acuerdo con el testimonio de Gloria Loeza, madre del menor, todo inició con llamadas telefónicas con lada 777 que le notificaban la captura de su hijo, en donde la cantidad inicial del rescate era de 200 mil pesos, pero a través de una “supuesta negociación” llegaron a pactar 30 mil pesos, lo que le otorgaría la libertad a su primogénito.

Dado lo ocurrido, la progenitora pensó que se trataba de un secuestro exprés, por lo que dio aviso a la Policía Municipal, quien al instante emitió una alerta a 13 municipios de la región, para que de acuerdo a protocolos de seguridad y rescate pudieran dar con el paradero del menor.

Los hechos se esclarecieron cuando la madre informó a las autoridades que todo había sido una farsa por parte su hijo, quien esa tarde, se dirigía a casa de una amiga y al no encontrarla, entró a un cibercafé, en donde al pasar horas navegando por Internet y al no tener mayor qué hacer, inventó la excusa.

Más tarde, y en voz del comandante de la Policía Municipal, José Misael Lara Valdez, confirmó la declaración de la madre del menor, explicando que el pasado miércoles, alrededor de las 16:48 horas, el 911 reportó la ubicación del supuesto secuestrado, quien se encontraba sano y salvo en su domicilio, por lo que suspendieron el operativo que anteriormente habrían emprendido.
Frases como, “tenemos secuestrado a su hijo” “mamá, me tienen secuestrado, ayúdame”, son algunas de las que llegan a escuchar miles de personas en nuestro país, muchas certeras y otras tantas caen en extorsiones, en ambos casos, la situación es preocupante, desgastante y sobre todo vuelve vulnerable a quien está escuchando gritos, sollozos y palabras de ayuda. Las interrogantes son muchas, sin embargo, unas de tantas que nos hacemos es, ¿qué tanto valor le damos a la vida de las personas que nos rodean, aquellas con las que compartimos un espacio laboral, social y familiar, incluso, a todas esas que como tú y yo, tienen una historia y una familia . ¿Qué tanto valor le damos a nuestra propia vida? No solo atentando directamente hacia ella, si no, jugando deliberadamente con ella.