No han echado a todos. Lo importante es que, a quienes corrieron y los que se fueron solitos, no regresen!.

Una etapa en la historia de una nación, no se cierra por decreto, ni por discurso.  No se clausura en un acto, por importante o simbólico que sea.  La transformación lleva tiempo, un sexenio no es suficiente. Exige transparencia en los objetivos y en los métodos, necesita solidaridad activa y necesita disciplina y persistencia, durante mucho tiempo.

La segunda etapa política del actual esfuerzo está por comenzar y para ello se ha iniciado el proceso electoral que terminará el 6 de junio del año próximo.  El tema principal será, que la corrupción no regrese.  Este será el valor estratégico de nuestro voto.

Votar para que no regresen los corruptos. Votar para que se terminen de ir.  Votar porque la corrupción no regrese al gobierno ni a la representación popular. y no faltarán quienes también digan que se limpie la que, según ellos, pueda existir ahora mismo.

Este esfuerzo político, legal e institucional, va para largo plazo.  

Comenzó, es cierto en la elección del 2018, así lo decidió la mayoría de electores y cambió, radicalmente, toda la orientación política en nuestro país. La batalla, en estos días, está en la ley, porque, cambios, exigen cambios, diría el clásico de la filosofía política mexicana. Cambiar la ley, es una consecuencia de la decisión política y con ella, va la otra, transformar, substituir o reorientar varias  instituciones.  Ninguna transformación estaría completa, si no se cumple este ciclo.

No se puede transformar la nación, gobernando con las mismas instituciones que auspiciaron las causas de la necesidad de esta misma transformación. 

Ahora, habría que ser demasiado cautelosos y vigilantes eficiente,  porque en esos cambios, no todo está mal, no todo hay que derrumbar.  En esto estaría, la génesis de nuevos tipos de corrupción, porque cambiar ni puede ser capricho, ni debe ser complacencia personal.  En asuntos de la sociedad,  lo que importa son, la honestidad y la eficiencia de los mismos cambios. en asuntos del bienestar social, la teoría del ¨todo nuevo¨ no es necesaria y pudiera llegar a ser inmoral.

Hay que evitar nuevas modalidades de corrupción, porque ésta, no solo se refiere a quien toma dinero de las arcas públicas, ni a quien abusa del puesto público para el lucro familiar. Nos sugiere que, confundir las necesidades de la nación, aún con buenos deseos, engañar y equivocarse en la transformación de las instituciones, también son fuente de corrupción.

Todo combate a la corrupción y a la impunidad, no se agota en las palabras, menos en las emociones. Tampoco encarcelando, únicamente, algunos actores relevantes de ese abuso, despojo y robo descarado,  que, al anidar en la práctica política, terminó sepultándola en el descrédito total, la incredulidad, la desconfianza y finalmente, el odio que mueve a la venganza, expresado en las urnas en el 2018. 

La actual transformación demanda cambios en las leyes y en alguna instituciones que deberán ser substituidas.

Por eso, esta elección es importante. Se trata de asegurar que en los siguientes cambios legales y  en la renovacion de las instituciones ¨fifís¨, no se deje el arca abierta, para que, hasta el más justo, pueda pecar. 

La m ayoría en la representación nacional o de los estados, no son novedad en nuestra historia política.  No debe asustarnos, que en la elección del próximo 6 de junio, pudiera repetirse.  Debemos cuidar los compromisos que los candidatos ofrecen a los electores y luego, vigilar que cumplan, exigir que cumplan. Es nuestro derecho.

En los últimos 60 años, cuando el gobierno y los congresos fueron dominados por una sola versión política, se gestaron las instituciones más simbólicas de una sociedad en desarrollo, pero también, se escondieron, en instituciones y leyes, intereses y beneficios de pequeños grupos. 

Nuestra experiencia reciente y nuestro espíritu ladino sugieren, pensar a quien dar el voto, para que no regrese la corrupción vieja ni se consolide una nueva corrupción, que quiere usted..la mula no era arisca.