Uno pensaría que, por vivir en un municipio pequeño, como el nuestro y alguno de los alrededores las cosas son más tranquilas, el tiempo no pasa rápido y todo se vive con más calma, y podríamos decir que, en gran parte así es, comunidades entrelazadas por los mismos caminos, por familias, amistades y por el que nunca falla “es mi conocido de tal lugar”.

En fin, gran parte de lo que nos hace estar entrelazados es que, a pesar de ser municipios con características diferentes, pertenecemos al mismo sitio, crecimos rodeados no de las mimas personas, pero sí dentro de la misma región, la sierra nororiental que hoy por mucho es una de las más importantes del país por todo lo que nos brinda, convirtiéndola en un lugar seguro, para los miles de turistas que nos visitan día a día, y a lo mejor no lo notemos, porque estamos acostumbrados a vivir a nuestro ritmo, pero hoy somos un destino para muchos viajeros.

En días recientes, hemos escuchado y leído sobre uno o varios actos vandálicos ya sea en la región o en los municipios vecinos, que, si miramos bien, estamos sobre suelo inseguro, y no solo aquí, en general en todos lados, hoy las calles de nuestro mundo, ese que solo es tuyo, en el que has crecido y que conoces parece no ser aquél por el que se caminaba tranquilamente; pero ¿Qué es lo que está pasando? ¿A quién culpamos realmente?

Lo cierto es que poco se dice lo que ocurre a nuestros alrededores, y lo poco que llegamos a escuchar o a leer, nos asusta y nos llena de temor, porque para nuestra región cualquier tipo de noticia de esa índole “nos pega”, pues hacemos realidad el famoso dicho de “pueblo chico, infierno grande”, esparciendo la noticia y de alguna manera generando la controversia entre nosotros mismos, preguntándonos, por qué las autoridades no actúan de manera competente o como quisiéramos, por qué le suceden cosas malas a la gente buena, o en qué momento llegamos al punto en que ni en nuestros propios municipios nos sentimos seguros.

¿Qué tendríamos que decir para finalizar esta nota? Al final de cuentas, lo que vivimos es una cadena de hambre por tener más que el de junto, de poder, de supervivencia por “el que no tranza no avanza”, de perjudicar por un beneficio menor, porque seamos honestos, para aquellos “trabajos grandes”, quiénes se llevan la gran parte son los de arriba, los que mandan, los que mueven a las minorías para recibir una bicoca de aquello que pone en riesgo lo más valioso que tienen, su vida.