En los últimos años estas dos dependencias han dado mucha noticia, del 2006 para acá para ser más exactos. Recuerdo que incluso antes en los estados que no tienen costa, era casi un mito la existencia de la Marina, mientras el Ejército se veía exporadicamente, ya fuera en desfiles o comboys, en los Estados con problemas de narcotráfico se veían un poco más, pero del año antes expuesto al día de hoy, es más que común verlos o conocer noticia que los involucre.

Muy pocos conocen el por qué de pronto los militares dan un salto al escenario público en materia de seguridad, lo que se dice es que ellos realizan labores de apoyo a las autoridades locales en el mantenimiento del orden, en algunos casos ayudan a restaurar el orden y definitivamente en otros casos como en Ciudad El Mante, Tamaulipas, fueron a restaurar solos el orden.

¿Por que ellos?

La razón es simple, la delincuencia se desbordó, tanto cuerpos de seguridad, como buracratas están coludidos en algo, no a un nivel extremo, pero si lo suficiente como para que la Federación haga uso del personal militar para coadyuvar con los gobiernos locales.

Las atribuciones de las fuerzas armadas son muchas, pero son dos las principales y se comparten tanto en Marina, Ejército y Fuerza Área.

La primera es:

Salvaguardar la soberanía nacional en caso de una incursión o ataque extranjero.

La Segunda es:

Codyuvar con las autoridades civiles para el restablecimiento del orden público y del estado de derecho.

¿Por que no deben hacer tareas de seguridad pública?

Aquí se desprenden dos temas, el principal son sus capacidades, el segundo su doctrina, veamos:

La instrucción que recibe un militar en México es para realizar acciones de combate tanto en la guerra regular, como la guerra irregular. Aunque su formación va direcciona a servir a México con la aplicación de armas, no es con la finalidad de garantizar o realizar acciones de seguridad pública preventiva, de investigación o de resguardo a instalaciones penitenciarias.

La doctrina que recibe un militar es muy distante a la que en teoría recibe un policía. El militar debe cumplir una serie de procesos de reclutamiento, en su plantel educativo o en su curso básico, conoce y pone en uso la definición de palabras como honor, lealtad, sacrificio, valor y disciplina, al término hace su juramento a la bandera.

En ese proceso de cambio de la vida civil a la militar, conoce al superior como su guía y ejemplo, conoce a su similar como camarada y hermano de armas y conoce a su subalterno como su responsabilidad. Esto es con la finalidad de crear un cuerpo de cohesión casi indestructible, se crean lazos de hermandad y lealtad entre individuos integrantes de las diversas unidades.

Su capacitación y espíritu de cuerpo no les permite dejar al compañero atrás, ellos atienden a sus heridos y no dejan abandonados a sus bajas.

Muchos los ven mal, les gritan consignas y los tratan como si fueran los malos, pero si no fuera por nuestros militares, México no estaría luchando contra los grupos delictivos, México ya sería un estado fallido.

Recién se dio a conocer un vídeo donde un militar acciona su arma contra un sujeto que se encontraba asegurado boca abajo, salvo las investigaciones que se hagan en ese caso, se dictaminará si fueron o no soldados, lamentablemente todo parece indicar que si lo eran.

Las leyes en México son claras y se harán las sanciones correspondientes en caso de así dictaminarlo la autoridad correspondiente.

Pero hay algo que nadie toma en cuenta y lo vengo exponiendo en toda la columna, los militares están haciendo actividades para las que no están instruidos, ellos se instruyen para los diversos escenarios de guerra, su poder de fuego está por encima de la delincuencia y de las policías, su doctrina es muy profunda, tan profunda que ellos no se cruzan de brazos al ver a sus hermanos de armas caer, mucho menos si caen por asuntos que no son sus responsabilidades.

Un delito es un delito y un abuso es un abuso, siempre se investiga el abuso del militar ante está o aquella situación, pero no se investiga el abuso de los que abusan de nuestros militares al enviarlos a combatir la delincuencia.

Se debe replantear el tema de la seguridad pública, hacer público el examen de control y confianza,  se debe equipar con herramientas y legislación que garantice a los agentes del orden público el respaldo del estado hacia ellos.

Los militares deben instruirse para defender la soberanía de la nación y nada más que eso. No hay que arriesgarlos a ellos ni a nosotros, hay que solucionar el problema de inseguridad dando seguridad a los cuerpos de policía. Solo así se podrá restablecer el orden interno de México.