Algo está ocurriendo en nuestras sierras, tanto en la norte como la nororiente, la avalancha de inseguridad está arrasando con la tranquilidad que hasta hace poco nos caracterizaba, robos a transeúntes, casa habitación, vehículos, homicidios, feminicidios, venta de narcóticos, extorsión y secuestro es el diario acontecer de los serranos.

Las autoridades se escudan en estadísticas que irónicamente ponen a la baja los números, mismos que se basan en la cantidad de denuncias que se reciben en las diferentes agencias del M.P. Pero esto, en la opinión general, no es así, la gente lo comenta, pero, sobre todo, se queja por la inseguridad.

En estados del norte del país se incrementó desde hace varios años la delincuencia, el gobierno refería que eso se debía a la descomposición social, a la lucha contra la delincuencia y demás argumentos ya conocidos por todos, incluso se manejó que la crisis en seguridad fue por la falta de empleo.

En nuestra región, los gobiernos locales también hablan de esas situaciones, inclusive, responsabilizan al gobierno federal, se les olvida que ellos son la autoridad local y que son ellos quienes deben garantizar la seguridad de sus gobernados, solo en casos de excepción, debe entrar la federación o el estado.

Ya no vemos lonas en las calles en referencia a algún evento público, venta de artículos, prestación de servicios o actividades sociales, ahora, nuestras calles comienzan a lucir lonas y mantas alusivas a la delincuencia, textos que advierten a los delincuentes que los vecinos están organizados y vigilando.

Esta es nuestra realidad, esto ocurre a diario y no hay autoridad que cumpla con sus responsabilidades para con su pueblo, las policías están sobrepasadas en número y en equipo, aunado al nuevo sistema de justicia penal, nuestras policías quedan más desprotegidas, sin garantías y por añadidura, irónicamente, sin seguridad. ¿Qué podemos esperar entonces los serranos?