Foto. AFP

El sismo que sacudió a varios estados de la República Mexicana y que dejó, después de 32 años, a miles de personas sin un techo, hoy, los mexicanos seguimos de pie.

Poco a poco vamos recobrando el cauce normal de nuestra vida, las calles comienzan a tener un poco más de movimiento, los colegios abren sus puertas y nosotros, en la medida de lo posible tratamos de continuar con nuestro quehacer diario, y digo “tratamos”, porque, el pasado 19 de septiembre, fue un día que marcó la vida de los más de 119 millones de mexicanos que hasta ese día, habitábamos el país.

Para los que vivimos en zonas afectadas, nuestro panorama desde hace 6 días, es el escombro, las estructuras caídas, zonas acordonadas, rescatistas trabajando incansablemente, edificios demolidos por Protección Civil y millones de esperanzas de quienes esperan frente a los escombros recibir una señal que indique que hay movimiento, que hay vida y, para los que afortunadamente tienen que ver las imágenes solamente por televisión o redes sociales, sabemos que desde el punto del que lo ven, sus oraciones, sus buenas vibras y sobre todo su solidaridad está más latente que nunca hacia las miles de personas que hoy, se encuentran en la incertidumbre  sobre qué pasará.

Sabemos que, la reconstrucción del país no será sencilla, ni mucho menos de un día a otro, tendrán que pasar años para que las ciudades y comunidades afectadas recuperen su estabilidad social, cultural, económica e incluso la personal, pues desde ese día, estoy segura que la vida de todos cambió, pues no me dejaran mentir, desde la perspectiva y/o punto de donde hayamos vivido este sismo, el miedo, la incertidumbre, el pánico, la tristeza, la frustración se apoderaron de nosotros y me atrevo a decir que a pesar del pasar del días, estos síntomas existen en algunos de nosotros, pues es claro que después de escuchar y ver cristales romperse, estructuras caerse, llamadas de auxilio y desesperación que se fueron a apagando poco a poco, estemos en pocas palabras asustados

Ante este hecho, los titulares de la prensa quedarán en la historia al igual que las imágenes y videos que se han propagado durante estos días, la fecha, como hace 32 años será recordada año tras año, cada edificación demolida, modificada, cada espacio vacío nos evocará a lo que algún día fue cobijo, oficina, casa de estudios, hospitales, incluso, algo que haya sido representativo de cada lugar y lo más importante, nos recodará lo fuerte que es un país que parecía estar ya caído desde años atrás, nos recordará el movimiento de toda una generación que parecía distante de la sociedad, nos recordará que la fuerza y solidaridad no conoce fronteras, que somos fuertes de corazón, pero más aún somos fuertes de espíritu y de voluntad, que hoy más que nunca debemos sentirnos y estar unidos, porque hoy más que nunca es que debemos gritar ¡Fuerza México!, porque aún tenemos más cosas por las cuales luchar, muros que derribar, discriminación que olvidar, injusticia que borrar, violencia que erradicar, mucho compañerismo que demostrar y muchos muros que fraternidad, amor, apoyo, ayuda y defensa que construir.