Corría el año de 1972 cuando el tiraje del 7 de Septiembre del Periódico Capital daba a conocer el extravió de una menor de edad en inmediaciones del metro Tacubaya, allá en la hoy Ciudad de México, Rosarito Sánchez Sierra y su madre viajaban en la línea 1 con dirección a la colonia Jardín Balbuena, donde la madre trabajaba.

Por el exceso de personas que usaban desde aquel entonces el transporte público metro, la niña y su madre se separaron, procediendo la madre, muy alterada a dar aviso a las autoridades de la estación, para que así mismo se solicitara la intervención del cuerpo policiaco.

Un agente de la antigua policía de investigación judicial recibió el caso tras ser denunciada la desaparición de la menor ante la Agencia del Ministerio Público, pero no logró mucho en las 48 horas siguientes al extravio de Rosarito, concluyendo que la niña bien pudo ser víctima de robo de menores, delito que azotaba fuertemente en aquellos años al país y más a la capital.

Curiosamente en días posteriores al extravió de la niña, se reporto la localización del cuerpo de un indigente, el cual presentaba mutilaciones, a lo que concluyeron en primera instancia que se trataba de ratas, mismas que ya devoraban el cuerpo al interior de los pasadizos de la estación y que eran ocupados por indigentes para pasar la noche.

Algo no convencía al agente encargado del caso del indigente, el cual, con lámpara en mano y con personal del metro se adentro por los túneles y recovecos de la enramada estación para descubrir a una niña, absortos, no daban crédito a lo que veían, el 22 de Septiembre, localizaron a Rosarito.

En la reconstrucción de hechos que quedó asentada en el acta número 07-20790 del Ministerio Público, la menor comentó todo lo acontecido desde que se separó de su madre, sus declaraciones coincidían con denuncias de tres personas que aseguraron ver a una niña devorando junto con las ratas a un indigente, ella misma narró el como fue que murió tras una caída por una alcantarilla un sujeto que fue encontrado sin un pie, pie que ella arrancó y comió, mientras las ratas hacían lo mismo con otras partes del cuerpo.

Derivado de la fuerte experiencia que vivió por casi tres semanas y la desaparición de tres indigentes en similares circunstancias, fue internada en el Instituto Mexicano de Investigación Psiquiátrica, lugar en dónde también se reportó la desaparición de una enfermera. Rosarito, olvidada por sus familiares al morir su madre, falleció en 2010 en su cama a los 55 años de edad.

Información de Revista Insolente.